MIEDO AL RECHAZO: ASUSTADOS DE SER…

Gracias

Para amplificar consciencia a propósito del rechazo, vuelvan a la conferencia de Fidel Delgado: Mística y Mecánica de la Empatía (entrada del 29 de Octubre). Yo lo hice ayer con un amigo que no lo había visto…Habla de ese miedo al ninguneo de forma simbólica y te sientes «normal» por haberlo sentido, también con decisión de cortar con ese lazo.

Fuente: Gabinete de psicología Cahis

 

Foto: MIEDO AL RECHAZO: ASUSTADOS DE SER..."Nos achicamos, deformamos, estiramos, replegamos… para no experimentar esa sensación tan temida. ¿Por qué? Primero, es un resabio que nos queda del mamífero que somos, y sobre todo de cuando era bebé: para ese entonces, ser rechazados podía implicar, instintivamente, el abandono y la muerte. Más tarde, el instinto gregario nos dijo que estar con otros significaba ser más fuertes (=tener más posibilidades de sobrevivir). Otra vez: rechazo= soledad= amenaza de muerte. Pero cuando evolucionamos… comprendemos que ¡no es así! Podemos superar esas improntas primarias desde las que nos aterra el rechazo. Es más: si no lo hacemos nos sentimos morir de sobreadaptación. Y lo cierto es esto: el miedo al rechazo rige nuestra vida sólo mientras nos rechacemos a nosotros mismos. De cualquier rechazo podemos sobreponernos, salvo del seguir auto-rechazándonos. Cuando la persona se va desplegando y se legitima a sí misma, si está decidida a no renunciar a su real identidad, a no negociar lo innegociable, sentirá con zonas menos primarias de sí que ser rechazado podrá ser doloroso, pero no significa morir. ¡Qué alivio! Es más: el rechazo de algunas personas, nos dignifica. Y a medida que nos alejamos de ellas quizás pasemos por períodos de duelo, reacomodamiento, soledad, pero poco a poco empezaremos a hallar un nuevo sabor: el de esa confianza íntima que no depende de la aprobación de nadie.Los miedos se van retirando como un planeta eclipsador, renaciendo nuestras refulgencias… Entonces vamos haciendo nuevas elecciones, tenemos nuevos comportamientos que nos sorprenden a nosotros mismos y, con ello, aparecen personas que jamás se nos habrían acercado si hubiésemos seguido siendo aquéllos: "los asustados de Ser". El rechazo, a partir de entonces, apenas arde un poquito (cuando arde), pero su escozor es bendito al lado de lo que nos significaba vivir comprimidos para caber en la expectativa ajena".-(VIRGINIA GAWEL)

«Nos achicamos, deformamos, estiramos, replegamos… para no experimentar esa sensación tan temida. ¿Por qué?
Primero, es un resabio que nos queda del mamífero que somos, y sobre todo de cuando era bebé:

 para ese entonces, ser rechazados podía implicar, instintivamente, el abandono y la muerte. Más tarde, el instinto gregario nos dijo que estar con otros significaba ser más fuertes (=tener más posibilidades de sobrevivir).
Otra vez: rechazo= soledad= amenaza de muerte.

Pero cuando evolucionamos… comprendemos que ¡no es así! Podemos superar esas improntas primarias desde las que nos aterra el rechazo. Es más: si no lo hacemos nos sentimos morir de sobreadaptación. Y lo cierto es esto: el miedo al rechazo rige nuestra vida sólo mientras nos rechacemos a nosotros mismos.

De cualquier rechazo podemos sobreponernos, salvo del seguir auto-rechazándonos.

Cuando la persona se va desplegando y se legitima a sí misma, si está decidida a no renunciar a su real identidad, a no negociar lo innegociable, sentirá con zonas menos primarias de sí que ser rechazado podrá ser doloroso, pero no significa morir.
¡Qué alivio!
Es más: el rechazo de algunas personas, nos dignifica. Y a medida que nos alejamos de ellas quizás pasemos por períodos de duelo, reacomodamiento, soledad, pero poco a poco empezaremos a hallar un nuevo sabor: el de esa confianza íntima que no depende de la aprobación de nadie.
Los miedos se van retirando como un planeta eclipsador, renaciendo nuestras refulgencias…

Entonces vamos haciendo nuevas elecciones, tenemos nuevos comportamientos que nos sorprenden a nosotros mismos y, con ello, aparecen personas que jamás se nos habrían acercado si hubiésemos seguido siendo aquéllos: «los asustados de Ser».

El rechazo, a partir de entonces, apenas arde un poquito (cuando arde), pero su escozor es bendito al lado de lo que nos significaba vivir comprimidos para caber en la expectativa ajena».-

(VIRGINIA GAWEL)

Deja un comentario