La paciencia (ciencia de la paz) es una virtud rara y con muy pocas referencias en nuestro vivir cotidiano. La paciencia lleva implícita la fe, la certeza del camino, del resultado incluso – aconsejable no apegarse a ese resultado por lo del sufrir, vaya -. Y ¡vive Dios que será necesaria en nuestro vivir de todos los días! No estaría mal que fuéramos practicando un ratito – los impacientes suban la dosis a dos ratitos –
La paciencia no es una virtud pasiva como sugiere la palabra paciente – y más en su acepción de «enfermo» – sino que incluye una dosis activa de creer, idear, visualizar, crear en definitiva y el caracol del cuento lo sabe bien y lo pone en práctica «ya las habrá cuando llegue»: la palabra crea, decíamos hace algunos meses cuando este espacio se convirtió en más activo, la idea que se convierte en palabra y esta propicia la imagen que sugiere la palabra y así se crea la vivencia. Por eso hay que estar atento – todo el rato – a lo que se piensa – siente – dice – hace. No hay descanso porque de lo que yo piense – sienta – haga depende la totalidad así que uno debe ser impecable, por uno sí pero sobre todo por lo que haré vivir a los otros si no lo soy.
Y todo eso ha de brotar desde la atención sin castigo, sin riña a uno mismo por pensar A, B o C. Vale, tomo conciencia, hago lo posible por disolverlo y ale a seguir, sin temor, con humor. Supone esfuerzo relativo, al principio sí porque el ego prefiere estar a su run-run pero después divierte y enseña «latín». Una vez que decides ponerte a ello con corazón… sale solo, lo ves, lo disuelves. Si has de compartir con otros… hay que disolver varios egos, no es sencillo sin embargo… tiene recompensa y se amplifica la visión, la creación.
Y como esto es un holograma… lo que se amplifica aquí… llega allí … y lo que se amplifica allá… llega aquí… y entre todos, atentos, ¡la hostia! (perdón, pero es que debe ser total si vemos a pequeña escala como ocurre)
Gracias
EL DON DE LA PACIENCIA

Aquel pequeño caracol emprendió la ascensión a un cerezo en un desapacible día de finales de primavera. Al verlo, unos gorriones de un árbol cercano estallaron en carcajadas: «¿no sabes que no hay cerezas en esta época del año?» El caracol, sin detenerse, replicó: «no importa. Ya las habrá cuando llegue arriba». Llegara o no llegara, el caracol ya las anticipaba en su imaginación, comenzando a subir con suma modestia.
La paciencia es la semisuma de un trabajo modesto y de una imaginación potente que anticipa el resultado, es decir, de una mirada positiva y propositiva.