LABOR DE JARDINEROS

Qué a propósito para lo que comentábamos esta mañana sobre el  tono 6 de igualdad… gracias Alejandro.

¡Tendrían que ver cómo las plantas de casa han revivido desde que el Finder ha vuelto! ¿por qué? porque las mima, les habla, las mira y así sabe lo que necesitan, las cambia de un lado a otro dependiendo de…y sobre todo porque sabe que son seres vivos, viviendo… que no son bonitas de adorno, que muestran cómo está la energía de la casa…¿qué mejor dedicación?

Y como cada uno tiene su forma y su estilo y además sabemos que el trabajo de fuera se refleja en lo de dentro – y viceversa – resulta que el Finder hace el trabajo «interior» a través del cuido consciente en lo aparentemente exterior como son las plantas, por ejemplo. Cada maestrillo tiene su librillo – decíamos por aquí hace ya tiempo. Y en definitiva, todos nos beneficiamos de la labor apasionada y bien hecha por el placer de hacerla bien, interior, exterior… la que sea.

 

Sin embargo, todo se paraliza cuando echamos para atrás en lo que hay que hacer (nos toque o no), cuando pensamos que no es cosa nuestra, cuando, cuando nos escaqueamos, cuando solo miramos por lo nuestro sin acordarnos que el bien común es lo más fructífero de todo… ¡pelín idiotas ¿no?!

Gracias

 

LABOR DE JARDINEROS

Hoy, temprano en la mañana, cuando salí a dar mi caminata habitual, me topé con una elegante señora que con todo cinismo estaba esperando que su perro defecara junto a la puerta de mi edificio. La miré. Cuando el can terminó de obrar, la dama, sin dar una mirada de excusas, se alejó dando pasos estilo dueña del mundo. Me hubiera gustado contarle esta historia:

Los propietarios de una gran casa decidieron hacer un largo viaje de placer a través del mundo. Buscaron a un guardián para que les cuidara su mansión mientras estuvieran fuera. Una vez firmado el contrato, los amos se fueron dejando todas las piezas cerradas con llave. El cuidador se instaló en el cuarto de sirvientes, desde donde veía sólo el jardín.

El pasto había sido invadido por ortigas, los árboles eran devorados por hormigas y las flores languidecían. “¡Cómo es posible -pensó- que tan ricos propietarios hayan despreciado este rincón de buena tierra!” Y cada día dedicó la mayor parte de su tiempo a cultivar el jardín hasta convertirlo en un hermoso vergel.

Sus amigos, que no lo habían visto hacía mucho, se treparon a un muro y, al sorprenderlo trabajando con fervor, estallaron en carcajadas. “¡Eres un necio! ¿Para qué salvas un jardín que no es tuyo?” El guardián contestó: “Estas plantas no crecen en el jardín de alguien, crecen en la tierra. Simplemente las cultivo porque las amo”. Y por discreción, no agregó: “El planeta, nuestro cuerpo, nuestra mente, la vida misma, son un jardín prestado. Las cosas parecen tener propietario pero con el tiempo resulta que son de nadie y son de todos. Y esa propiedad común, a su vez, sólo pertenece a la Causa Primera que la anima. Muchos se sienten ajenos a esta realidad. Tienen la dolorosa sensación de que nada les pertenece y ven con tranquilidad el daño que sufre la Naturaleza porque ‘pertenece a los otros’.

Yo no soy un individuo separado, soy parte de la Humanidad y estoy convencido que lo que hacemos en provecho del planeta y de los otros es en beneficio del alto destino de la raza humana.”

El jardín abandonado también puede ser el símbolo de nuestro espíritu. Aunque influencias sociales exteriores, los malos amos, hayan hecho que los valores humanos se desvíen, plantas enfermas, a nosotros nos toca extirpar las malezas, pensamientos erróneos implantados para mejor explotarnos, y paso a paso, con trabajo de jardinero apasionado, hacer florecer en nuestro espíritu las naturales verdades.

Alejandro Jodorowsky

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