HUMANIDAD «BANCARIA» – LLamada orante

Hasta el final…

Gracias «sin renta»

LLAMADA ORANTE:

HUMANIDAD «BANCARIA».

Tian, Dr. JL Padilla.

17/03/13

Humanidad «bancaria»

En el trascurrir del vivir, los intereses –en el sentido de “estar interesado”, y en el sentido de… el rendimiento, el beneficio que se obtiene por ese interés- van cambiando según van aconteciendo diferentes situaciones: de pobreza, de riqueza, de amores, de odios, de guerras, de arte, de…
Tantas facetas pueden variar nuestro interés que, por momentos –y cercanos al siglo XXI que recién estamos estrenando-, por momentos pareciera –el ser humano- un banco.
-¿Un banco?
¡Sí! Un banco, pero no de sentarse, sino un banco que presta… que hace hipotecas… que cobra “intereses”…; que va cambiando sus objetivos: ahora, con los ancianos; mañana, con los jóvenes; pasado, con los maduros… –¡depende!-; ahora, con la construcción; mañana, con la investigación; pasado, con los partidos políticos…
-¡Ah! O sea, que la oración nos advierte de que podemos convertirnos en un “banco”.
Sí, banco que, obviamente, te presta unos servicios, ¿verdad? –ejem, ejem- y luego tienes que pagarlos:
“Yo te ayudo en esto o te colaboro en esto, pero mi interés es que tú me devuelvas el favor, la ayuda o lo que sea, acrecentado –o acrecentadamente-”.

Puede parecer, en principio, una exageración. Pero aquello de que “por el interés te quiero Andrés”, no está muy lejos, hoy. Y según mi interés, y el interés que pueda obtener de mi interés, así me relaciono – obviamente- con los otros intereses.

Quizás esto, biológicamente sea muy productivo y muy natural, pero el hecho de que, orantemente, se nos advierta de que podemos ser ¡lo más parecido a un banco!, es para echarse a temblar.
-¡Ah! ¿Y qué pasa cuando… cuando quiebra?
-¡Quiebra?… ¡Ah!, no. ¿¡Pues qué va a pasar!? Pues que se rescata, ¡hombre! ¡Pues claro!
-¿Y cómo se rescata?
-Pues… ¡como siempre se ha hecho!: te pones a rezar, te pones a estafar más y mejor, te pones a buscar quién se pueda apiadar de ti… ¡y ya está!
-Ah…
¡El rescate!…Sí. Eso que se dice de que “te acuerdas de Santa Rita, cuando truena”, o dichos parecidos…
Evidentemente, también –como vemos, ¿verdad?; no hace falta ser un lince-, unos ganan más que otros, al ser –sin saberlo y sin quererlo, denominándose así- banqueros; unos tienen más fortuna que otros; unos tienen más éxitos que otros… ¡Claro!… Como un banco.
Sí, sí. Realmente, el ser humano replica en el exterior –de otras formas- lo que es en el interior. ¡Hay excepciones! –sí señor- en las que el interés es inverso. Es decir, el ser “se interesa por” y, por su interés, ¡aporta!… su experiencia, su saber, su conocimiento, su hacer. Y no se lleva nada a cambio: el haber vivido esa experiencia. Pero no lo vive como interés, como beneficio, como renta.
Ése no es un banco.
¡Sí! Además, no hay nada más que ver que existen bancos de óvulos, bancos de esperma, bancos de órganos, bancos de vítreos, bancos de retina, bancos… ¡de sangre!
-El Banco de Sangre…
-¡Ah! ¡Es verdad! ¡Se llama así!
-Sí. Tú puedes ir a vender un poco de sangre…
-¿Y te la pagan?
-Sí, claro. Depende –claro- de qué sangre tengas, ¿no? Hay unas que se cotizan más que otras.
Luego, obviamente, se hace el consiguiente negocio con el banco, que tiene sus obras sociales –de sangre- y sus obras… no tan sociales.
-Ya…
¡Es curioso! Es fácil no caer en… en darse cuenta de lo evidente. “Banco de sangre”: ¡es el aliento de mi vida!…
El banco de la enseñanza, el banco de la investigación, el banco del comercio… Existe el “Banco de Comercio” –ése, todavía tiene su explicación-.
Usureros. Sí, la usura es esa acción de aprovecharse de necesidades y acudir en su ayuda, mas… hay que devolver lo prestado, a intereses exagerados. Y eso pasa con los afectos, con los quereres, con los enamorados, con la ciencia, con la investigación…
Se nos advierte –orantemente- de cuál puede ser nuestra posición. ¿Debemos pasar, en vez de ser bancos, a intercambios…? ¿O todavía podemos dar un paso más, y acudir y responder según lo necesitado, sin ni siquiera plantearse qué ganancia, qué renta, qué beneficio?

¡Fíjense! ¡Hay una cosa muy interesante!, para ver esto de los “bancos humanos” –muy interesante-: cuando ocurre algún delito –¡delito!, sí- la policía, “que no es tonta” –aunque a veces lo parece, ¿verdad?, pero se suele decir ese dicho-, se hace una pregunta muy bancaria; muy, muy bancaria: “Qué beneficio sacaba con este delito. Qué ganancia…”.
-¡Oiga!… ¡Oiga! –y no falla, ¿eh?-. ¿Por qué le mató? -Ah, eso fue un momento de rabia…-Ya, ya, ya, pero, ¿qué, qué… qué ganaba con eso? -Nada.
-¡No, no, no! ¿Qué ganaba con eso?
Suponiendo que no le cogieran, suponiendo… –claro, una serie de supuestos que luego ocurren o no-.
Qué ganaba con ese soborno… qué ganaba con esa acción… ¿Qué ganaba?
-¡Ah!, sí. El Banco de la mentira.
-¡Oh!, sí. Ese es un famoso banco. ¿Qué gana, qué gana con mentir, con crear expectativas, y luego… no cumplir?
-¡Ahhhh! Pues… según las biologías evolutivas y comparadas, los estudiosos de esas áreas dicen que es la mejor estrategia que ha desarrollado el ser humano, para sobrevivir.
Según eso, la única forma de vivir más o menos dignamente, y sobrevivir sobre la marcha, es siendo un banquero; banquero… de estas formas que estamos hablando, que estamos… orando.
-¡O sea que resulta que puede resultar que… aquél que critica tanto a los bancos porque son así o asao, resulta que él se comporta exactamente igual que un banco!
-¡Eso!
-Y el Banco de la Mentira es enormemente rentable. “Invierta en mentira. Invierta en futuros”. La bolsa es el mejor ejemplo de las ganancias que se pueden obtener.
Y, poco a poco, si se fijan, el banco ha ido ocupando, y ocupando y ocupando y ocupando… todos nuestros aspectos de vida; desde el recibo de la luz, pasando por el sueldo, continuando con las pensiones, siguiendo con las ofertas, permitiéndonos tener tal o cual nivel de vida… ¡Horror! ¡¡Horror!!
Sí, es un horror y es un error, pero es… la contingencia inmaterial más activa, en el mundo material.
Es fácil que, rápidamente, el pundonor personal diga:
-¡No, pues… esto es una barbaridad! Yo no…
-¡Despacio!…. colega. Despacio. Piense y recapacite en su… actuación. Porque hay bancos pequeños, hay bancos medianos, hay bancos grandes…
Pero volvamos a insistir en ello: ¿Por qué…? ¿Por qué esa estructuración ha ido ocupando toda nuestra vida, hasta el punto de que hay que rescatarla porque, si no, ¡no podríamos vivir!? Así se ha configurado la consciencia.
Pues… ‘évidemment’ –evidentemente- si eso ha ocurrido así, es porque cada ser se ha ido ejercitando y desarrollando como un banco. Y, entre a poquitos y poquitos, se ha ido creando una consciencia social que ha ido recreándose y haciendo imprescindibles dichas estructuras.
¡Y lo que es más preocupante, alarmante! –y por ello la oración nos advierte-: Una vez creadas esas consciencias, y generadas esas estructuras, ellas son las que obligan, las que imponen, las que mandan; las que nos ensalzan, las que nos prestan, las que nos hunden…
“El Banco de los Alimentos”. ¿Qué tal suena eso?
Suena a “hambre”. En el 2015 –es decir, dentro de dos años-, el número de hambruna absoluta del planeta alcanzará los 1.200 millones de habitantes –¡de hambruna absoluta!-. Existe el “Banco de Alimentos” pero, por lo que quiera que sea, no se… su gestión no llega a algunos.
El ser humano se ha ido convirtiendo progresivamente –a través del ejercicio de la mentira como manifestación de supervivencia y de habilidad para desarrollarse y adaptarse- en un banco de interés, en el que interesadamente… maneja y manipula afectos, espiritualidades y materialidades.
-¿Todavía más ejemplos?
-¡Sí, claro! ¿Por qué, por qué, por qué hay esa ¡brutal! diferencia entre unos países y otros? ¿No es, acaso, por estructuras de humanidad, bancarias, llamadas “coloniales” o “colonialistas”?
Hay un país –les pongo un ejemplo muy simple- hay un país africano: Sudán. Es el doble de Francia –lo decíamos hace poco en una comunicación, en una impresión: nos impresiona-. ¡El doble de Francia! Francia tiene 66-67 millones de habitantes, y su nivel de vida es bastante aceptable. Su media de edad puede llegar cercano a los 78-79 en los varones, y cerca de los 80 en las mujeres. Sudán tiene 12 millones de habitantes –doce-. La edad media estimada, en Sudán, no llega a 40 años. ¿Saben cuántos kilómetros de carretera asfaltada tiene Sudán –repleta de petróleo-? Treinta kilómetros.
-¡Oiga! Y esto ¿no será por aquello de los bancos?
-¡Va a ser! Va a ser que existe el Fondo Monetario Internacional, va a ser que existe el Banco Mundial… ¡Qué bonitos nombres, ¿verdad?!
-¿Y en ésos, quienes participan?
-Gobiernos, políticos, empresarios… Seres humanos que se han convertido en bancos, y han creado esas desigualdades tan ¡inmensas!, ¡tan infinitas!, que todo hace pensar que ¡jamás! –¡jamás!- puedan, ni siquiera –ni tan siquiera-, acercarse.

Y, sí. Quizás no nos sirva o nos parezca estrafalario, y probablemente –claro, es evidente, ¿no?- que, esos ejemplos del hombre bancario, nos parezcan lejanos, y que no tengan nada que ver con nosotros.
¡Eh, eh, eh, eh!… ¿Cómo administra usted, sus emociones? ¿Cómo rentabiliza, interesadamente, sus afectos? ¿Qué espera de sus inversiones en ayuda, en servicio?
Si se fijan –es muy fácil-, salvo excepciones –que se habrán vivido, ¡sin duda!-, la mayoría de las veces hay un aroma a “banqui…nizacion”… Se llamaría así: “la ‘banquinización’ del ser humano”.
“Y tú qué ganas con hacer esto?”. “¿Y tú qué beneficios sacas de esto?”.

Cuando el ser se dispone en su virtud fundamental: servir, y su referencia emocional, afectiva, sentimental, amorosa, enamorada… se referencia con lo Divino, y se refleja en lo humano, ¡no hay renta ni banco que nazca! No hay intereses creados.
Sí hay otra manera de “estar”, de “ser”… que no nos fuerce inexorablemente a ser bancos… de conocimiento, de entendimiento, de cultura, de afectos… y que, obviamente, se maneje por los intereses y las ganancias.

Resulta –por momentos- increíble, y a veces hasta ridículo, no comportarse “bancariamente”, porque el interlocutor no lo va a entender. Va a pensar que hay trampa, va a pensar que es falso, va a pensar que no es posible; aunque, ¡en el fondo!… –vamos a pensar así- aunque, en el fondo, ansíe o desee ser… de esa otra manera.
Es urgente, bajo esta perspectiva, despojarse, disolverse de aquellos “intereses” que tienen renta, beneficio, y que, en consecuencia, llevan consigo explotación, colonización… ¡en mayor o menor escala! Y plantearse –bajo el sentido orante de lo Divino- manifestarse ¡como así se manifiesta esa Creación con nosotros!: sirviéndonos con todos los recursos que nos abruman, desde el amanecer hasta el anochecer, ¡con tanta belleza! ¿Y qué nos pide a cambio? ¿Podríamos dar algo a cambio?
¡Al menos!… no especulemos. ¡Que no se especule con!… la necesidad, el afecto, al renta y el beneficio.
Hay otras formas, que son las que nos hacen vivir –¡que son las que nos hacen vivir!-, que son las que nos permiten respirar… sin pedirnos nada a cambio; sin el interés para que devolvamos…
Y, aunque no sea creíble, aunque no sea… incluso aceptable, se pueden buscar las formas y maneras de saber estar en otras perspectivas.

Es posible imitar a la Creación, y no ser… un ¡torpe!… secuestrador de esa Tradición, para el interés personal… de un egoísmo rentista.

Deja un comentario