Es la vida del día a día, son los encuentros, es el qué hacer cotidiano o el que toca en cada momento … el campo de juegos donde poner en práctica todo esto que vamos aprendiendo y y el campo de juegos de las señales. Es en nuestra “realidad” donde se nos brindan oportunidades de responder de otra forma, de vivir – la con otra consciencia.
Les cuento:
Esta mañana recibía en el face una frase más o menos así: “el que es capaz de aprender algo nuevo en un camino viejo, es un sabio”. La frase original es de Confuncio y éste no habla de sabios sino de maestros.
Sabio – maestro deberían ser sinónimos aunque en muchos casos no lo sean ¿verdad?
Y al leer la frase enseguida pensé en “la pareja” pues a veces creemos que la solución a los problemas con la pareja es salir corriendo para en la próxima esquina caer en brazos de otra pareja que al poco tiempo nos damos cuenta de que es más o menos lo mismo, tenemos más o menos los mismos problemas… ¿Entonces? Entonces la solución no era cambiar sino mirar para dentro (primero) y cambiar lo que haya que cambiar en mí y luego como por arte de magia… el camino se abre: o bien porque el otro resuena en esa nueva percepción y cambia a nuestros ojos o bien me voy pero ya libre de cargas con lo que no me volveré a encontrar nunca más las prácticas necesarias para liberar esa carga.
Cuando nos “enamoramos” antes de hacer nuestro trabajito interior, pues el Universo nos pone ahí al lado a la persona “adecuada” (con todo su clan detrás) para revisar y liberar los programas y creencias aprendidos y heredados. Así de fácil y así de terrible porque creemos que nos enamoramos de los ojos verdes o de su humor y resulta que el universo nos unió para trabajar cada uno lo suyo viéndolo en el otro. ¡Ay, qué tareita!
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