Sabía y me juzgaba por ello además, que hacía mucho tiempo que no escribía nada ¡¡¡pero tanto…!!! desde el 20 de octubre ¡del año pasado! Ya pasaron las navidades, los reyes, el año nuevo, los carnavales, ¡casi estamos a punto de que llegue la primavera oficial! Uau!!! Y asociadas a todos esos nombres… vivencias alegres, tristes… aprendizajes y evolución en suma.
Ninguna de las células que ahora me conforman son las mismas que me conformaban hace tantos meses y sin embargo parece que soy la misma, que somos los mismos y parece que es así porque los pensamientos son los mismos. Y esos mismos pensamientos originan las mismas acciones. No tiene buena pinta ¿no?
Bendita internet, ¡con lo que yo despotricaba al principio! Y lo digo porque gracias a Internet precisamente está siendo mucho más fácil ese cambio de paradigma mental que nos acelerará ese cambio incluso físico. Aunque solo sea por el caudal inmenso de información que circula. Claro, luego está la intuición de cada cual para saber qué es adecuado y qué es «basurilla».
Curiosamente ahora que yo he aprendido a navegar en internet para aprender y para informarme adecuadamente, cada vez que transmito a algún amigo todavía dormido todo esto que voy aprendiendo y le digo por ejemplo «no me creas a mí, métete en internet e infórmate» me dicen «¡en internet!» con ese tono de decir «vaya fuentes, ahí solo dicen mentiras».
Hace un par de semanas envié a unas amigas de corazón, que me conocen y me quieren, seguro, un video de un curso de curación emocional impartido en Sevilla por alguien que ya os presenté en octubre, Enric Corbera. El video hablaba de la codificación emocional que podemos encontrar en síntomas de dolores de huesos, músculos, tendones… Muy interesante y ameno. Desde el principio del video se te quedaba la boca abierta diciendo «ah, es eso» o «anda, mira lo que era». ..Y ¿para qué sirve la información si no es para transmitirla? Así que como una de ellas estaba «padeciendo» una tendinitis, pensé «para ella» y añadí a otra amiga.
Al día siguiente o así recibo respuesta de la segunda que viene a decir más o menos que parece que soy bruja porque ella tiene una trocanteritis ¡vaya palabro! y yo parezco que adivino… ¡pero si no era de eso de lo que hablábamos! De lo que hablábamos es que el ser, sabiamente, nos informa a través de síntomas en el cuerpo de ciertas codificaciones emocionales y hay gente que ha investigado en ello y afortunadamente podemos ver – por eso, tantas gracias a Internet – desde casa, conferencias en Barcelona, en Sevilla, en Madrid, en Oxford, en… a propósito de qué hacer con esas codificaciones, cómo des-codificarlas por ejemplo. Y no solo eso, sino que esos síntomas no están ahí para fastidiarnos, para que suframos. Están ahí como respuesta biológica inteligente a algo que está sucediendo en nuestro inconsciente. Por eso me gusta enviar estas cosillas que considero recursos porque a todos nos ocurren cosas, claro, pero si nos negamos a investigar en líneas que otros han trabajado ya y que te abren perspectivas para entender lo que te está pasando, pues en general sufrimos y el sufrimiento… solo lleva a enfermedad. Desde luego a volar libremente, no, que es a lo que hemos venido.
Y lo que veo es que hasta que no despertamos ¡matamos al mensajero! Tengo que reconocer que me entristecí un poco, mejor dicho, el ego se entristeció: «jolín, yo venga a mandar cosas para vivir mejor y más contentos y resulta que al final soy ¡bruja!» (por menos de eso quemaron a montón de mujeres y hombres no hace tanto, solo porque alguien dijo que era bruja). La reflexión de después me ha enseñado mucho a propósito de «mi» ego, entre otras cosas que ella no me había pedido la información ni la ayuda ni nada. Fui yo, como salvadora que me adelanté. Gracias, por eso, amiga.
El caso es que hace un par de días me meto en este blog y veo que ha habido 467 personas que lo han abierto y pienso «¿cómo? ¿no será que transmites a quien no quiere ni te ha pedido que se lo transmitas y no te ocupas de seguir transmitiendo en un medio en el que voluntariamente alguien entra y lee?
Gracias por el interés, seguiremos en un rato, me reclaman a comer y ya sabéis que a los cocineros de corazón no les gusta que la comida se quede fría, que luego no es igual, dicen.