No se si a vosotros os dirían lo mismo de pequeños pero yo oí muchas veces aquello de «la ignorancia es muy atrevida» cuando uno se las daba de listillo sin tener ni idea de lo que estaba hablando.
Pues así yo el domingo cuando el «buscador-encontrador» de casa cuando llegué del seminario de qigong (buenas nuevas, el pie no dió ningún problema a pesar de las posturas en meditación…) y me dice que me tiene preparada una película sobre Gurdjieff. Y yo de listilla «lo siento, no me gusta nada ese señor, me parece muy rígido»
En realidad casi no he leído nada escrito por él así que tengo poca base para hablar sobre Ivanovich Gurdjieff y a pesar de eso una se permite el lujo de opinar – y de esa manera actuamos constantemente: juicios de valor sobre algo que no conozco en profundidad.
El caso es que «buscador-encontrador» me dijo que era una película muy bien hecha sobre su vida, sobre todo infancia y parte de juventud. Vale, una película bonita… ¡pues venga!
Preciosa, fascinante diría yo. Efectivamente cuenta la infancia y parte de la juventud y ya con la primera media hora casi tienes bastante, por la intensidad. Comienza la película narrando como en un valle perdido de Armenia se hace un concurso cada 20 años para ver quién de los músicos que se presentan toca «la» música que haga vibrar la montaña.
El niño-joven Gurdjieff va con su padre a ver ese concurso. Para ello tienen que caminar por valles desérticos hasta llegar a la montaña. Allí se reunen lugareños venidos de todas partes del país y después de saludarse… ¡empieza el concurso».
Para mí, al menos, es algo glorioso: hay una que hace vibrar la montaña ¡y de que forma! Esto para occidentales racionalistas como nosotros es para no creer y alguno dirá «eso es imposible» La verdad, no sé si es posible o no. Lo que sí se es que todavía puedo notar la vibración en todo mi cuerpo. ¡Uau! ¡Y lo que abre esa vibración!
Y la película nos va contando cómo se va forjando este muchacho que en Occidente llegará a ser considerado uno de los sabios del siglo XX. ¡Yo no tenía ni idea de su vida! El se llama a sí mismo «buscador de la verdad» y en realidad toda su vida se encaminó en esa búsqueda para después transmitirlo a otros a través del hacer.
El hace y hace: música, baile, escribe… sin embargo lo que más me alucinó es la capacidad de buscar recursos económicos para poder seguir en esa búsqueda espiritual. En tiempos como los de ahora de tanta incertidumbre y de tanto pesimismo a cerca de encontrar un trabajo…es esperanzador ver cómo se mueve este ser, en todos los terrenos, en todos los países a los que va… Hace de todo y todo con un sentido de impecabilidad que impregna el alma de esperanza.
Al día siguiente, una vez visto y entendido y admirado su recorrido vital, vimos un documental hecho por él mismo y algunas aportaciones de alumnos, a cerca de su vida, sobre todo desde que llegó a occidente y más concretamente a Estados Unidos. También muy interesante. Ignorante de mí tampoco había visto nunca sus danzas sagradas.
Qué las disfrutéis
El lamento no viene a cuento ni trae cuenta 
Me alegra que te gustara;
ya lo creo! Un abrazo