Dice un sabio que conozco…»para atrás, ni para coger impulso».
El cuento me ha hecho recordar un comentario parecido de una amiga a mí en una ocasión que yo me quejaba porque una casa preciosa que habíamos encontrado «no tenía ventanas al este». Cada queja, cada «debería» «me gustaría más…» es como un parón en el sentido de la luz o incluso un darse uno la vuelta: la energía no se dispersa si lleva un sentido «viendo» lo que hay sin juzgarlo bueno o malo, mejor o peor, rentable o no. Es. Sin más. El deseo del cambio a otra cosa «presuntamente» mejor es una cuña muy poderosa para la paz del corazón.
Gracias
AVANZA SIN MIRAR ATRÁS
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Durante un paseo por un paisaje nevado el discípulo pregunta al maestro: – “Maestro, los tejados están blancos, ¿cuándo dejarán de estarlo?” El maestro tarda en contestar. Se concentra y al fin le dice con voz áspera: – “¡Cuando los tejados están blancos, están blancos; cuando no están blancos, no están blancos!”
Una historia zen, que Alejandro Jodorowsky repite con frecuencia. La explica en el siguiente comentario que podemos leer en la sabiduría de los cuentos:
“Lo importante es aceptarse uno mismo. Si mi condición presente me produce malestar es señal de que la rechazo. Entonces, más o menos conscientemente, trato de ser distinto del que soy, en definitiva, no soy yo. Si, por el contrario, acepto plenamente mi estado de este momento, estoy en paz. No me lamento por creer que debería ser más santo, más bello, más puro de lo que soy aquí y ahora. Cuando soy blanco, soy blanco, cuando soy oscuro, soy oscuro, y punto. Ello no impide que trabaje en mí, que trate de ser un instrumento mejor; esta aceptación de uno mismo no limita las aspiraciones, sino que las sustenta. Porque sólo puedo avanzar a partir lo que soy realmente”.
Alejandro Jodorowsky
Fuente: http://planocreativo.wordpress.com/2013/01/06/avanza-sin-mirar-hacia-atras/

Lo que publicas en este blog es en la mayoría de los casos orito para el espíritu.
Gracias 😉
Feliz por la utilidad, entonces y agradecida a vosotros por la posibilidad de poder compartir lo que a mí me «seduce». Un gran abrazo, Esteban