Compartí hace un par de días una entrevista que le hacen a Emilio Carrillo a propósito de un libro que ha escrito, titulado sencillamente «DIOS «.
A la hora de compartirla solo había oído una parte que me encantó. Sabía que había mucho que apuntar para después compartir con ustedes… hasta ayer no pude hacerlo. ¡Ya lo creo que había!
Me encanta la serenidad que emana, la sencillez con la que se expresa, el que no haga ningún juicio hacia nadie… todo es parte del desarrollo consciencial de cada uno.
Muy agradecida a programas como «Confesiones desde el camarote» donde le entrevistan con ganas y cariño.
Les dejo la transcripción de la entrevista… no incluyo la respuesta a las preguntas que le hacen en el plató.
Ojalá sus palabras penetren a través de nuestro corazón y así demos cauce a esos dones y talentos que cada uno tenemos pues son la manifestación de nuestra naturaleza divinal.
Gracias, gracias, gracias. Un honor.
EMILIO CARRILLO sobre su libro «DIOS»
… dejé todo tipo de charlas, de encuentros y me dediqué a buscar en mi interior.
El elemento clave de lo que yo había sentido es Dios, o como cada uno quiera llamarle. En el momento evolutivo de la humanidad, la experiencia de Dios se ha convertido en el meollo de la cuestión.
Llevamos miles de años hablando de la divinidad, de lo divino… y es hora de que nos preguntemos de qué estamos hablando cuando hablamos de Dios, quién soy yo con relación a Dios, qué relación mantiene Dios conmigo y sobre todo qué efectos tiene esto en mi vida práctica.
Lo que estamos sintiendo es colocar a Dios en su sitio y eso tiene innumerables efectos en nuestra vida cotidiana.
La humanidad, y creo que todos somos conscientes y además todo tiene su por qué y su para qué, por tanto no se trata ni de rasgarse las vestiduras ni de decir qué torpes somos, no. Todo tiene su proceso evolutivo y todo lo que acontece dentro de ese proceso evolutivo tiene su por qué y su para qué en clave de ese desarrollo consciencial, por tanto no se trata de ofuscarse ni despreciarse.
La humanidad ha estado instalada en una conciencia egocéntrica (hoy ya empieza a salir de ella, estamos en un momento de transición) que lleva a ver todo a través de los sentidos, de los pensamientos, de las emociones, del ego y la personalidad… y que no es capaz de percibir otra serie de cosas que somos: no es que no seamos reales físicamente pero el elemento físico, mental y emocional tiene fecha de caducidad: 50, 70, 90, 120…¡Qué es eso en la eternidad del universo!
Todos somos algo más y ese algo más está íntimamente relacionado con la divinidad pero la conciencia egocéntrica hace que no nos hayamos percatado y como colectivo hemos estado unidos a esa conciencia egocéntrica que ha llevado a la humanidad a dividirse – y esto es algo gracioso – entre creyentes y no creyentes.
Cuando se analiza desde el corazón, se puede comprobar que entre el creyente y el no creyente, no hay diferencia. Y a lo mejor no se entiende porque el creyente cree en la existencia de Dios y como es creyente practica un credo o una religión y el no creyente, como no cree, no es adicto ni pertenece a ningún tipo de culto. Por lo tanto está muy clara la diferencia entre creyente y no creyente.
Esa diferencia es superficial, en cuanto se baja un poco, es fácil de percibir que ambos comparten algo fundamental: que es la visión de un Dios externo.
Creyentes y no creyentes merecen todo mi respeto y entendiendo que todos estamos en nuestro proceso evolutivo y que no hay ni mejores ni peores… lo que me indica mi corazón es que están viviendo una falacia, que están viviendo y sintiendo algo que no es real.
¿Por qué?
Pues porque no es real la desunión, la separación entre Dios y nosotros, porque Dios es tú, porque Dios soy yo, porque dios es todos y porque Dios es todo. Y por tanto no hay desunión ni separación posible entre la divinidad y yo, entre lo Divino y nosotros.
… sobre el Árbol del bien y del Mal
Con la famosa salida del paraíso, lo que se nos quiere hacer ver es el momento en que el ser humano se separa de Dios, del Dios que somos. Se empieza a percibir una separación entre Dios y yo. En cuanto se produce ese hecho que tú te separas de Dios y empiezas a percibir a Dios como algo exterior, fíjate que como si fueran fichas de dominó, empiezan a caer una tras otra:
Yo intelectualmente porque busco conocimiento, porque busco vivir experiencias, porque busco realizarme desde una consciencia individual – lo cual es perfecto evolutivamente – cuando es eso lo que yo pretendo, en ese momento me separo de Dios y empiezo a contemplar a Dios como algo exterior. Esa es la primera ficha de dominó: la separación.
Esa ficha cae y como percibo a Dios como algo externo a mí, no soy capaz de darme cuenta de que Dios es yo. Es decir, no percibo mi verdadero ser y mi naturaleza divinal.
Siguiente ficha de dominó: como no soy capaz de percibir mi verdadero ser y mi naturaleza divinal, no soy capaz de darme cuenta de quién realmente soy: de que yo soy la Paz, de que soy Amor, de que soy la Felicidad y que tengo dentro la Felicidad como estado natural; no soy capaz de darme cuenta de que soy Pureza, de que soy Sano, tan sano como que soy eterno. Es decir, todos los atributos de mi divinidad no los percibo, como consecuencia de que no me identifico con quién soy.
La siguiente ficha es que como no me identifico con lo que soy, me identifico con lo que no soy, es decir, me identifico con aquello que está más a la vista: con lo físico, con lo material, con lo corporeomental y a partir de ahí surge en mi una naturaleza egocéntrica que lo que busca es el bienestar en el exterior.
En lugar de percibir que yo tengo la felicidad dentro, yo, tú, todos, porque forma parte de nuestro verdadero ser; en lugar de percibir eso nos lanzamos fuera buscando el bienestar. Con lo que el Dios exterior tiene como derivación lógica la búsqueda del bienestar en el exterior.
Y ahí viene el célebre árbol de la vida: como te has separado de dios, salida del paraíso, la metáfora del árbol de la vida lo que nos dice es: te vas a meter en un camino, que es el tuyo evolutivamente, que tiene su por qué y su para qué, pero ya retornarás. Te metes en un camino, en el que buscando el bienestar, árbol del bien y del mal, vas a practicar, vas a experimental la experiencia Dual.
¿En qué consiste la experiencia dual? Pues en que todo lo que llega a mi vida, a la vida de cualquiera de nosotros, todo, lo clasifico, lo etiqueto desde mi perspectiva de búsqueda de mi bienestar, desde la perspectiva de mi satisfacción.
Aquello que llega y es agradable para lo que yo busco, para mi satisfacción, para mi bienestar… lo califico de Bueno, lo califico de positivo.
Aquello que llega a mi vida y sin embargo no contribuye a mi biesnestar, a mi satisfacción, lo califico de negativo, lo califico de malo.
Con eso, ¿qué hacemos los seres humanos? No nos damos cuenta, estamos empezando a adquirir conciencia pero lo que hacemos es que nos vemos en una vida atrapados en miedos porque estamos siempre temiendo que nos lleguen experiencias, que por otra parte en el transcurso de la vida son inevitables, de esas que llamamos malas, de esas que llamamos negativas y para colmo, vivimos enfrentados a la vida, vivimos con temor a la vida, no aceptamos la vida tal cómo es.
Y ¿qué es realmente una experiencia? Poner en evidencia que cuando a mi vida, a la tuya, llega una experiencia, realmente la experiencia no tiene color: no es buena ni mala, es una experiencia de vida. Y todas, todas sin excepción, tienen su por qué y su para qué en clave de mi desarrollo consciencial y evolutivo. Todas, sin excepción. Incluso, la enfermedad.
Si el ser humano llegara a comprender que cuando un hecho como la enfermedad llega a tu vida, tienes que abrazarlo, tienes que darle las gracias y comprender lo que hay detrás de la enfermedad, que no es lo que hay en superficie, es lo que hay por dentro. Darte cuenta de que la enfermedad no llega por algo físico, tiene un síntoma físico pero la enfermedad llega por un proceso que es interior, tiene que ver con cosas que están en tu interior. Y la enfermedad llega no para amargarte la vida, todo lo contrario, la enfermedad llega para limpiarte, llega para sanarte, la enfermedad es sanadora.
Cosas como estas empiezan a percibirse cuando desde el corazón, esto no es un tema mental, no es intelectual, empiezo a entender que todo lo que a mi vida llega tiene su por qué y su para qué en clave de mi desarrollo consciencial, de mi desarrollo espiritual.
A partir de ahí, se empieza a percibir que ese camino de la consciencia dual, de esto me gusta, esto no me gusta… es simplemente una locura que no conduce a ninguna parte y empezamos a percibir lo que metafóricamente podemos llamar EL RETORNO AL HOGAR.
Es decir, darle la vuelta a la tortilla y empezar a sentir, empezar a ver que no hay separación entre Dios y yo. Y que todo lo que mi corazón anhela, ya lo tengo.
… ¿Cuál es la espiritualidad real?
Pablo de Tarsos dijo: “vivo yo pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí”. Y Jesús de Nazaret, Cristo Jesús, dijo nada más y nada menos que lo siguiente: “Yo y el Padre somos uno”.
Si unimos ambas reflexiones significa que yo y el Padre somos uno; yo y tú y todos somos uno con el Padre. Estamos unificados, no estamos separados.
Esto nos lo han hecho llegar todos los místicos y místicas de todas las culturas espirituales y de todas las épocas. De una forma espectacularmente bella: San Juan de la Cruz: la amada en Amado transformada: «El más perfecto grado de perfección – hizo esa redundancia – a que en esta vida se puede llegar es la transformación en Dios». Y después lo expresó en una forma preciosa en verso: Amada en el Amado transformada.
La espiritualidad que estamos ahora sintiendo muchos seres humanos es esa espiritualidad que ya no se queda solo en algunos seres especiales y místicos sino que es masiva aunque no salga en los telediarios…
Estamos sintiendo que esa ficción del Dios exterior en mi vida ya ha acabado. Que no, que yo no tengo que realizar cultos farragosos ni tengo que buscar intermediarios, que se acabaron las reglas, los cánones, las doctrinas, los dogmas, los pecados, las culpas, que eso se ha acabado, totalmente y que mi divinidad, que la tengo porque está en mi interior, quiere expresarse con libertad, con mucha libertad.
Es una espiritualidad radicalmente libre. Una espiritualidad de hombres y mujeres que sentimos en clave de Amor y que queremos vivir en clave de ese amor, dando, compartiendo, desalojando de nuestro interior todo lo que sabemos que nos sobra para quedarnos desnudos en lo único que somos, en nuestra divinidad. Y desde ahí, colectivamente, construir una nueva humanidad que va a surgir de esta nueva visión y de esta nueva percepción de las cosas.
Esa nueva espiritualidad es verdad que pone en solfa lo que hasta ahora ha sido el gran instrumento de la espiritualidad que han sido las religiones. Las religiones han jugado su papel, han tenido su por qué y su para qué y desde el corazón le tenemos que estar muy agradecidos a ese papel pero ya en nuestro momento evolutivo eso ha acabado Las religiones se pusieron fecha de caducidad a sí mismas cuando se institucionalizaron pues se hicieron humanas, demasiado humanas y han podido aportar hasta que han llegado a un punto límite que ya en nuestra evolución queremos algo más. Y ese algo más es una espiritualidad libre y dirigida sobre todo a soltar.
Lo que estamos sintiendo es que esta espiritualidad no nos lleva a atraer cosas, no, que nos sobran todas, que no queremos conocimientos, que no queremos seguir llenando nuestra casa de muebles. Que lo que queremos es des-asirnos, vaciarnos, des-alojarnos porque de esa forma intuimos que nos estamos acercando a nuestra auténtica naturaleza divinal que no es tener mucho sino no necesitar nada porque no necesitamos nada.
Porque para vivir, que es para lo que estamos aquí, por cierto, para vivir, para gozar de la vida, para gozar del planeta al que pertenecemos (no es que nos pertenezca), para gozar de la naturaleza, para gozar de nuestra comunidad humana, para eso… solo se necesita VIVIR. Y es verdad que en nuestro camino evolutivo – que ha tenido, repito, su por qué y su para qué, hemos confundido vivir y sobre vivir. Hemos confundido la viviencia con la superviviencia.
Hoy podemos ver que el sobrevivir puede tener un sitio en tu vida como lo tiene el instinto de supervivencia. Ahora bien, aquí no estamos para sobre vivir, aquí estamos para vivir y para vivir no necesitamos nada. Necesitamos solamente la vida.
San Francisco dijo: “Necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco”.
Y además sentimos que ya nuestra espiritualidad no necesita vivirse en un credo religioso.
Cristo Jesús se presentaba y se definía como hijo de Dios y como hijo del hombre. Es decir, exactamente igual que tú, que yo, que todos. Tú eres hijo del hombre, tu dimensión física, emocional es ser hijo del hombre, es ser hijo de un padre y una madre pero ahora bien: tú eres hijo de Dios, yo soy hijo de Dios.
Teresa de Calcuta también dijo que estábamos aquí para compartir los talentos, no los guardes debajo de la cama. En eso consiste la santidad: todos tenemos dones y talentos, cada uno los suyos, sin ser unos más importantes que los otros: tan importante es el talento de Eisntein para contemplar las leyes de la astrofísica como la persona que sabe contar un chiste, la que es capaz de hacer una buena tortilla de patatas… no hay distingos en valoración. Todos los dones y talentos son preciosos.
Y dice Teresa de Calcuta: son todos preciosos – los talentos, los dones – porque siendo cada uno de nosotros Dios, la expresión más acabada de nuestra divinidad son los dones y talentos. Y dice a continuación: los dones y talentos tienen una característica – para identificarlos porque a veces no sabemos si los tenemos, son aquellos que fluyen de nosotros, que realizamos, que ejercemos y ponemos en práctica naturalmente, espontáneamente, sin esfuerzo.
Es un hacer no haciendo porque no cuesta trabajo. Son aquellas cosas que hacemos con ENTUSIASMO que significa etimológicamente, procede del griego, DIOS EN TI.
Con lo que todas las piezas encajan:
Yo soy Dios, expreso la divinidad que soy, la forma más acabada de expresarla son mis dones y talentos y esos dones y talentos los pongo en práctica con entusiasmo porque entusiasmo significa precisamente Dios en ti.