La paz es un estado de ver las cosas. Tu puedes ver la violencia más grande que pueda haber en el mundo y tú no juzgarla porque te das cuenta de que cuando estás viendo aquella violencia, estás viendo tu propia violencia reflejada. Tu eres el alimento de aquella violencia, tú no estás al margen de aquella violencia, y que la única manera que aquella violencia deja de expresarse es bendiciéndola, y la única forma que tienes de bendecirla es perdonándote a tí. Y eso es Un Curso de Milagros.(Enric Corbera en el CP6 sobre transgeneracional)
Benditas prácticas que te ponen otra vez en la tierra, normalmente para que la Voz se explaye y te diga «¿qué?, ¡tu que te creías la reina del lugar…! Pues no, has vuelto a caer».
¿Ven? ¡Y esa es la voz!: «has vuelto a caer» implica fracaso, implica error, que lo has hecho mal, que no logras hacerlo bien… dependiendo de cada uno, tendrá un matiz u otro pero por ahí va. Riña, disgusto, desvalorización… (Gracias Jorge por enseñarnos a reconocer esa Voz como diferente a YO)
Y esa es la trampa del Programa que se ayuda del lenguaje porque crees que te dices a tí mismo esas cosas y no, es el programa que te las dice (las mismas que te hubiera dicho tu madre, o la abuela, o un amigo «dormido», por poner. Por eso se sabe que es el programa sino entre todos variaríamos las palabras y no, si te pones a escuchar, son las mismas casi. En realidad «has vuelto a caer» es la visión del programa que te situa en una vibración de desánimo…
Si dejas que la Voz continue… aquello se irá encendiendo más y al final estás enfadado. Si la ves, si la oyes (a la Voz) … y te dices: «eh, quieta pará… que no es por ahí» …el camino se abre.
Les cuento porque si no es hablar en abstracto y no se me dió bien nunca.
Hay un amigo que viene por casa a menudo y que a veces se invita a comer y otras le invitamos a comer. Es como si llegara a un restaurante (y lo es porque las comiditas del Finder son de esa categoría o más pero gratis para el que viene ): se sienta, ve que estamos pa´ca y pa´allá y él a su what´sapp, a sus cosas. Comemos, casi siempre con la cantinela de «sus» cosas y me levanto a recoger y fregar y el Finder a hacer café y él a lo suyo, tranquilamente sentadito en su sillón, leyendo un artículo de no se quién y contestando a …
No es la única persona que me he encontrado así y me revuelve las tripas. Le pregunto al Finder que si le pasa lo mismo y me dice «no, yo veo que tiene cara pero a mí me da igual, no me revuelve». Entonces, la cosa es mía. Si me revuelve a mí es que percibo desde un lugar incorrecto.
Recordando el camino hacia el perdón de Jorge Lomar, el h´oponopono… me pongo manos a la obra: es mi «cosa», pues venga, vamos: respiro, yo siento, suelto… lo que sea que haga para disolver «los pensamientos erróneos – las creencias erróneas – que han llevado a esa situación». Porque en realidad, ¿qué hay debajo? Mi creencia, rígida, inculcada por la familia o por quién sea, me da igual pero es mi creencia, de que no te puedes permitir el lujo de ser como eres para que te sigan queriendo, tienes que … Es malo ir a casa de alguien y no hacer nada, quedarte sentada sin más disfrutando de lo mío, ¿qué van a pensar? Me perdono por esa creencia y me libero a mí y a este amigo de las expectativas. (Todo esto mientras que friego los platos y demás: bendito sea el fregar que me permite un espacio tiempo de consciencia. No sé si poniendo un lavavajillas sería lo mismo. No sé.)
El revoltijo de por dentro se disuelve bastante aunque falta un toquecito para trascender porque el Programa primero te quiere convencer de que no es cosa tuya, que es cosa de ese amigo que mira como es… Y si ve que empiezas a hacer lo que arriba describo, enseguida te hace la pregunta del millón:
Y aquí llega el meollo de la cuestión para «preguntadores mentales» en los que me he encontrado y encuentro muchas veces aunque no haya hecho la pregunta directamente: «Entonces,¿tengo que «aguantar» esa actitud y aplaudirla y sonreir?» Esto te lo dice la Voz, antes de que hagas nada, ni que respires, ni que aceptes, ni que … Antes de hacer nada ya te está poniendo las pegas.
Recuerdo que madre – la mía – me hacía a menudo esta pregunta cuando yo le decía que tenía que aceptar su deterioro, no luchar contra él… o alguna cosa así. Y ella me decía «Entonces, ¿me tengo que aguantar?».
No, no estoy diciendo que te tengas que aguantar o a mí misma igual. Estoy diciendo que aceptes, que acojas lo que está sucediendo como algo que te corresponde para tu propia evolución, no está ahí porque sí. Que lo respires y lo aceptes. Luego ya veremos, hasta que no lo hagas… ¡para qué hablar!
Y cuando lo aceptes – pero solo si lo haces ( por eso la pregunta no ha lugar porque todavía no se ha hecho nada ) – y cuando sientas lo que sientas (que no sabemos qué será hasta que lo hagas), luego ya decidirás lo que vas a hacer. Primero va una cosa y luego el resultado. En esa pregunta de «pero y entonces….? se hace al revés, se imagina un resultado que no es agradable para la persona : aguantarse, que la otra persona siga igual y tú tengas que además aceptarle y comprenderle – por lo que todo lo que hagas no tiene sentido ya que el resultado no me gusta: aguantarme – y se obvia que el «aceptar», el «comprender», el «liberar» es previo a todo lo demás. Una vez hecho… a ver qué siento, a ver qué hago.
Quejarse antes de hacerlo, es seguir el programa, seguir la forma de hacer las cosas que te ha llevado a sentirte revuelta en esa situación.
Y después de todo este proceso… ¿creen que era válida la frase del programa que decía «has vuelto a caer»?. En mi sentir… no, ni de lejos porque esa frase borra de un plumazo la responsabilidad sin castigo, sin riña; lo que estás aprendiendo como camino de sentirte bien, en paz… Lo borra todo.
Así que viajeros de luz… en cualquier situación que nos afecte emocionalmente… hagamos primero el «trabajito» que hemos ido aprendiendo y nos ha parecido válido… Después, ya veremos cómo nos sentimos. No tiremos piedras antes de dialogar – con uno mismo ni nos desanimemos antes de empezar (recuerden esa voz es del Programa, de los programas…).