Entrada publicada originalmente el 02/11/2017 en www.ellamentonovieneacuento.com
Estamos tan inmersos en la velocidad con la que pasan las cosas que a la que te descuidas se te olvida lo importante, los detalles de entre-medias.
Este fin de semana pasado volví a Tian, la escuela donde me formé en acupuntura y qigong, para comenzar el curso de masaje energético que se imparte de manos de la mejor profe que he conocido. Y eso, ya de por sí, es todo un regalo. Si además, el tipo de masaje que se propone atiende a la sutilidad del ser… eso ya es mágico y digno de vivirlo.
Cuando volví el domingo, llegaba con el corazón y el alma llenos de sonrisas, abrazos, miradas, conversaciones, frases transformadoras, prácticas sutiles y muy potentes… y con ganas de contárselo a ustedes. Ya estamos a jueves, y han salido tantas ocupaciones intermedias… que ya casi había olvidado todo lo vivido esos días.
Pues no.
Como decía Cantinflas “en el detalle está la diferencia” y esos detalles son los que van configurando nuestro ser. Si se nos olvidan… el ser se deslavaza, se dispersa sin sentido haciéndose mucho más pequeño de lo que en realidad es.
Tian es una escuela especial construida en forma de ideograma chino. En este caso, ni más ni menos que el ideograma que corresponde a El Cielo, el Hombre Estelar. Así que, ya solo por eso, el aprendizaje allí, las vivencias allí son y se dan con esa referencia de El Cielo, el Hombre Estelar. Un regalazo que no se paga.
Allí nos reunimos unos cientos de personas cada fin de semana de curso así que tú crees que vas a allí a aprender esto o lo otro (y hay infinidad de propuestas desde la más seria como la medicina tradicional china a otras más artísticas como la danza pasando por qigong, por humanismo sanador, por plantas, por teatro creativo sanador…. Toda una formación integral para que el ser se vaya sintonizando en consonancia con él mismo, el otro y el Universo entero) y ciertamente vas porque además el nivel de enseñanza es excelente, sin embargo, como regalo que no contabas, te llevas todos los espejos que cada uno de los seres con los que te has encontrado te muestra sobre ti mismo. Y eso, además de regalo, es mágico y transformador.
Y así, durante los días que allí estás, se van sucediendo casualidades que son sincronías. Les comparto una que fue la primera sentida el día que llegué. La enseñanza en Tian es residencial así que nos quedamos a dormir allí – amén de desayunar, comer y dormir (si queremos) – y cada habitación tiene el nombre de un animal. No es algo baladí pues la energía de ese animal rige el ánima de esa habitación, así pues no es igual dormir en el tigre que en el pingüino por poner.
En este primer seminario de este curso me tocó en la habitación número 11, regida por el elefante. Cuando ví el número ya pensé en “qué bien, 11, liberación, transformación…, a ver qué nos trae este grandioso animal”.
Particularmente es un animal que me encanta y me enternece ver a los pequeños tan juguetones y a las mamás elefantas tan pedagogas con los “fallos” de sus pequeños.
Cuando entré en la habitación, con otras compas, dijimos de poner los teléfonos en silencio para que no nos molestaran a lo largo de la noche con sonidos varios. Y al ir a ponerlo en silencio, vi que tenía varios mensajes sin ver. Uno de ellos era de un grupo de mujeres, casi todas maestras, con las que me reúno de vez en cuando. Como algunas veces consultan por algo que les está pasando lo abrí para ver si era algo importante. Y ¿saben qué encontré en el mensaje? Un dibujo precioso de un elefante – que es el que comparto con ustedes en la imagen de arriba – que una de ellas – Yolanda Ramirez – había pintado y los comentarios de las otras integrantes sobre la belleza del dibujo.
Uau, yo en el elefante y recibo un regalo visual precioso con un elefante pintado. Bueno, ya si me preguntan que qué significa les diría que ni idea y también que casualidad no es. Es una lucecita que te anuncia, que te muestra, que te alerta… luego, en cada uno está cómo lo vive, lo siente, lo percibe. Por mi parte, he estado atenta – al menos – a no ser como un elefante en una cacharrería que lo arrasa todo sin querer. Es el cultivo de la suavidad.
Y así ha sido todo el finde de clase, suave. El masaje que aprendemos no es un masaje al uso de amasar, es más bien un toque sutil, un paso sutil por las vías de luz que nos integran para que el movimiento de luz que somos no se estanque y siga fluyendo. Todo ello basado en la filosofía que sustenta toda la medicina oriental.
Una auténtica gozada sentir esa sutileza y suavidad de las prácticas propuestas.
Y para culminar esta entradita , recibí una gran alegría de una amiga admirada. Después de la cena del sábado, mientras me fumaba un cigarrito con ella, me dijo que me seguía en el blog y que le encantaba mi mirada, las reflexiones… Como dice el Finder, ¡con que a una persona le sirva…! No es la alegría del ego, del don de importancia sino la del servicio anónimo que te proporciona una sensación agradable de plenitud. A veces mi programación – y la de ustedes en su caso – me cuenta cosas que yo me creo y me siento triste, desesperanzada… Y sin embargo, sin saberlo y con la sola intención de compartir lo que a una servidora le nutre… al otro lado se recibe justo en el momento necesario o te da el impulso para… ¡No se imaginan lo bien que dormí ese sábado… y con una hora de regalo, además!
Gracias, viajeros de luz por su presencia al otro lado. Tengo algunas entradas ya pensadas para estos días con conferencias y entrevistas a Enric y Jean Guillaume Salles. Vamos a ver cómo me organizo para dar cauce a todo, ja, ja.
Un gran honor poder compartir hoy el trabajo de Yolanda que igualmente en el anonimato trabaja en pos de la belleza.
Gracias, gracias, gracias.