Regalo de Ana
Ese es otro de los velos a quitarnos: que necesitamos estudiar lo oficial para ganarnos la vida, para hacernos mujeres y hombres de provecho…
Para mi gusto, son consignas, consignas muy bien repetidas, de forma machacona diría yo, a lo largo de nuestra vida y que aunque en la vida cotidiana no lo llevemos a la práctica, resulta que tenemos un hijo… y eso es lo que tiene que estudiar porque de otra forma no llegará a ser nada. ¡Pero si pensabas lo contrario! No importa, ahora tengo un hijo y tiene que estudiar para hacerse un hombre. Y así se perpetúan las mentalidades.
Si la Creación me ha dotado con arte para dibujar, para cantar… y ninguno para esas ciencias racionales … ¿no será más sencillo potenciar los dones? Como han demostrado muchos «líderes» educativos originales y creativos… el niño que desarrolla sus artes creativas… en el futuro, cuando necesite eso otro a lo que tanta importancia damos – matemáticas… – lo aprenderá en un plis-plas por la plasticidad neuronal que ha desarrollado. Lo contrario no funciona igual, ya ven ustedes.
Y por parecerme relacionada con este mini-cuento y con lo que estamos hablando, comparto una entrada que me llegaba a través de la misma persona. Habla del método Waldorf… hay más como podemos ver en el documental «La Educación Prohibida»… y como sabíamos hace muchos años. En los años 70 se hablaba de esto por todos lados… ahora parece que es algo alternativo. No. Hay personas que llevan trabajando en otro tipo de educación desde hace mucho. Este método es uno de ellos. Lo comparto porque en el artículo precisamente hablan de esa potenciación de los recursos creativos con los que el Cielo nos regala para que nuestra función la hagamos con arte.
Gracias
El lamento no viene a cuento ni trae cuenta 