Y parece que el día va de emociones…
Comparto con ustedes la transcripción de parte de un programa «El Chivataso» dentro de la programación de Comunicaciones Tian de la escuela Neijing.
Gracias, qué lo disfruten
Aquí hoy hace un día precioso, ¡por fin un poquito de sol! El finder y una servidora se van de paseo al bosque… ¡viva!
¿POR QUÉ NO MANTENEMOS LAS EMOCIONES?

Julián: No sabemos mantener una emoción. Es decir, uno está muy a gusto con Petronila, pero llega un momento en que a pesar de estar muy a gusto parece que le cansa estar a gusto. No sabemos mantener – quizá- el dolor, sí, -quizá- la queja sí pero, la admiración, el respeto, la alegría, no sabemos mantenerla. Quizá es que estamos hechos, como decíamos ayer, que estamos todos en la lista de los ganadores porque tenemos que ganar afectos y cariños. Quizá el ser humano es así, pero no mantenemos emociones.
Una persona tiene alegría y ¡cómo puede estar siempre alegre!, no puede ser, ¿no? Es como cuando dices: “Es que me gusta el verano”… No, pero es que tiene que haber primavera, verano y otoño. ¿Por qué? Porque la vida es así.
Cuando te vas a un sitio que dicen que hay, una eterna primavera, dicen, que son las Islas Canarias, la gente que va se aburre, la gente de allí no…
Señor Asesor: …porque tiene que trabajar, tiene que vivir.
Julián: Claro, pero, ¿por qué no soportamos -o es que no queremos, o es que el ser humano no es así- de mantener -si no para siempre, porque si no es muy exagerado-, mantener un tiempo la alegría? Es decir, a usted, a mí, a Daniel “Cachorro”, nos dan una alegría y nos viene esa satisfacción; incluso cuando estamos a solas y lo recordamos se nos viene la emoción y ponemos la cara, que si en ese momento nos miramos al espejo parecemos bobos porque se nos pone una cara de felices. Pero no aguantamos o mantenemos la emoción. ¿Por qué? Porque nos la distrae una acción, el trabajo, no vamos a estar con cara de bobo, siempre. Pero, ¿por qué no mantenemos la alegría? ¿Por qué no mantenemos la emoción? ¿Por qué cada “x” tiempo de rodamiento de la ilusión tienes que cambiar la goma, tienes que cambiar la llanta, tienes que cambiar a un nuevo motivo de ilusión para ascender de nuevo si no te caes?
Y hoy decía yo que es: “La gramática de la ternura” y dice una frase que es: “Que la ternura es un diálogo poético entre varios seres, o entre dos seres, mostrándose en ese diálogo lo más sublime de una o varias emociones” Bueno, pues los porcentajes de las personas que muestran la ternura es pequeñísimo y llevar la emoción a lo sublime menos. Señor Asesor: Por supuesto.
Julián: Entonces, Señor Asesor, ¿Por qué?
Señor Asesor: ¡Hombre!, verá usted, yo cifro la respuesta en la palabra posesión.
Cuando experimenta una emoción “X”, y como dice usted se siente a gusto con otra, cree que ya posee esa vivencia, y como es algo que ya ha incorporado a su ser, ya no le interesa, ya cree que funciona en automático. Y no, no, no. Nunca terminamos de poseer las cosas, en absoluto, porque las “cosas”, entre comillas, la palabra “cosas” se resiste a ser poseída.
La emanación que irradia cada ser, no podemos poseerla por mucho que queramos, por mucho incentivo que le pongamos. Y es la falsa percepción que tenemos de que hemos poseído ya esa comodidad, ese agrado, y entonces, estamos inquietos; ya no queremos otra experiencia, y no nos damos cuenta que esa no la hemos agotado todavía.
Creo, sinceramente, que cualquier experiencia emocional es inagotable, si ahondamos en ella, encontraremos que cada impacto de esa emoción vuelve a explotar otra vez, y “pum” vuelve a explotar otra vez. Y siempre tiene algo detrás.
Es como cuando alguien dice: “Yo conozco muy bien a Antonio”. “Bueno, usted conoce algo de Antonio; muy bien, no lo diga, porque ni siquiera Antonio, se conoce a Antonio muy bien”.
En consecuencia, si apreciamos en algo el afecto, la camaradería, la amistad tenemos que estar como pendientes, como atentos a ver cómo podemos mejorar esa relación. “Pero, ¡si es buena!…” “Ya. Ya sé que es buena pero tiene que ser mejor, porque seguro que tiene algo mejor”. Y claro que lo tiene.
En la medida en que no damos por hecho– en otro estado de consciencia, que es el que proponemos- que no podemos poseer las emociones sino vivirlas y ahondar en ellas, nos encontraremos siempre desnudos, porque no tenemos posesión.
Entonces, al no tener posesión, viviremos cada momento como si fuera único, y sobre ese momento indagaremos en otro y en otro y no nos cansará nunca.Y no habrá motivo para decir: “Bueno, ya esto no da más de sí”. No.
Yo creo que la magia de la emoción, del afecto, y de la simpatía reside en asumir cada momento con amabilidad, “ama” “ble”, es un estado de amor muy particular, que es muy flexible, la “ble”, “ama” “ble”, la “ble” en nuestro idioma – para seguir con nuestro criterio de consciencia- le da una flexibilidad especial a ese amor de relación.
Hay un amor de relación que nos conjuga con nuestro medio, entonces somos amables. Y en esa amabilidad somos capaces de valorar y evaluar las cosas sin juzgarlas, sin condenarlas, sin castigarlas. Quizá, tampoco, sin premiarlas.
Pero yo creo que todo hecho que nos resalta algo, merece su premio. Y en ese sentido nos vamos gratificando unos a otros, que creo que es muy importante, unos a otros nos gratificamos con el afecto, con el abrazo, con la simpatía, con la sonrisa. Y, sabemos que, por así decirlo, no tenemos nada seguro, tampoco es que estemos inseguros, simplemente, tenemos – como decíamos ayer, que ganarnos cada día con la fuerza y el vigor que sabemos que tenemos.
Dice: “Bueno, ¿qué tengo que hacer yo hoy para ganarme el sustento?” El sustento de mi afecto, el sustento de mi autoevaluación, el sustento de la valoración de los otros, el sustento de yo dar a los otros. Eso como que tiene que estar resuelto pronto, prontito, antes de las 12, por ponernos alguna cosa, por darles alguna pauta.
Si antes de las 12 de la mañana nos encargamos de tener el sustento de cada día, entonces, tenemos desde las 12:00, hasta las 12:00 de la noche, pongamos por caso que nos acostemos, para recrearnos en ello, para regodearnos en ello, para verlo otra vez.
Yo creo que es como algo, me da la sensación…. Verá usted, yo lo compararía con una tempestad, ese hecho de no quedarse estancado en un acontecimiento, sería como una tempestad. Nunca una tempestad es igual que otra, los nubarrones son diferentes, los fríos o los calores que traen, las gotas de agua, los truenos, los relámpagos. Y lo comparo con una tempestad, porque trae la bendición de las aguas, trae el fuego del rayo, y trae el estruendo de la palabra como el trueno.Entonces, la palabra con el trueno, el rayo con la pasión, el agua con la adaptabilidad. Creo que, en la medida en que somos agua, somos fuego, somos palabra no terminamos aburridos de nada, sino que cada nada nos permite crearnos y recrearnos y hacernos de nuevo.
Yo no soy el de ayer. No. Yo soy otra persona porque he vuelto a ser una tormenta. Porque mi pasión se ha encendido ante lo que he hecho, porque mi adaptabilidad ha permitido que ya no grite cuando me ofenden. Porque mis palabras se han hecho eco de las palabras que se buscan y he pronunciado aquello que se quería escuchar para calmar, para aliviar.
También he dicho aquello que sentía, para que sepan quien soy y así me amen más y mejor.
Pero también con mis palabras he sabido rodear, merodear y envolver a el rabioso, al colérico, al desagradecido que en el fondo, probablemente, lo que está esperando es que alguien le digan: “¡Venga, que tú vales!… TÚ VALES”….
Fuente: http://www.comunicacionestian.com/component/easyblog/entry/por-que-no-mantenemos-las-emociones?Itemid=140