Decía en la entrada anterior que ayer fue día Mago en la onda encantada maya que nos toca transitar estos días. Y si con magia comenzó el día regalándome la visión profunda y cuántica de Jorge Wilcke sobre una anemia hemolítica autoinmune que yo genero desde hace muchos años, lo que mi biología ideaba hasta ayer, como solución para un conflicto que, hasta ayer, no había sentido como comprendido, (La explicación la encontrarán en la entrada anterior)… la magia continuó mostrándose en hermanas plantas y en sabios animales como los perros y los patos.
Después de la consulta con Jorge Wilcke a través de skype, mi cuerpo me pedía silencio de palabras, de explicar o de entrar en otras historias cotidianas – ya había cancelado alguna cosilla que tenía para ayer – y me fui a dar un paseo a la orilla del río. En esta ciudad disfrutamos de el regalo de un parque «salvaje» a la verita de un río potente como el Tormes – que no es un regatillo – y las plantas que crecen, los árboles que nos regalan con su presencia y sombra y lugar para que palomas, pegas, águilas, pardalines… descansen, conversen con los suyos y duerman…( por hacer un pequeño resumen) viven y crecen con el agua que del cielo les riega, no hay riego humano aparte y así hace 15 días estaba todo verde, verde, verde como si fuera un jardín inglés de esos que nos gustan tanto y ahora, sin embargo, está como si fuera verano, todo amarillo y oliendo a siega – pues justo ayer los jardineros lo estaban haciendo -.
Al llegar al río y entrar en el parque, fue una sensación de «ver más», más brillante, más claro, más definido. Tan definido que ví una flor de diente de león (esos «abuelitos» que soplábamos al viento mientras pedíamos un deseo cuando éramos niños) inmensa, nunca había visto una tan grande (espero adjuntar la imagen) y según me acerco, como la veía desde arriba, puedo ver claramente que la esfera que hace la bola de la flor se compone de hexágonos, forman geometría … ¡¡eso que nos cuenta tan bien Nassim Haramein!!. Allí delante de mis ojos.
Después de esa bola-flor, ví otras y otras… todas conformando y expresándose en esa geometría de la belleza.
Yo iba como flotando mirando a un lado y sorprendiéndome por esta flor, por esta espiga, por este color, por este olor. Y en mi mente solo una frase: «Mi sangre es buena». Cuando lo recuerdo, siento la misma vibración que sentía mientras caminaba, era como que todas las células, al escuchar tamaña declaración (ya que habían creído lo contrario hasta ahora), vibraban contentas y alegres (según lo escribo lo puedo sentir igual, es genial) como diciendo «ah, por fin, se acabó el ataque» y yo podía sentir que los glóbulos rojos, por primera vez en dos años, se sentían a salvo: «ah, ya no vienen a por nosotros, ahora nos sonríen».
Y entre «mi sangre es buena» y la siguiente un sentir agradecido a la vida, a Jorge por la intuición y a su labor – para él eran las 5 de la mañana cuando hacíamos la consulta – y a todo el clan por la determinación de esa transmisión para que alguien lo pudiera ver de otra manera. ¡Podían haber repartido los papeles !- como digo soy doble de los 4 abuelos, de papá y de mamá, de dos tías, y de muchas maneras, por línea maestra, dobles, hermanos, heredera universal, fantasmas… ¡vamos un combinadito! – pero se ve que me vieron maneras desde chica, ja, ja.
Durante todo el día, fue un goteo de «ah, era por eso». Irán saliendo. Un mágico regalo, como no podía ser de otra manera en un día «Mago».
Y por la tarde, sentados el Finder y yo en una terracita frente al río de nuevo – pero ahora fuera de ese parque – asistimos a un rato mágico y auténtico en la vida natural de una mamá pata con sus patitos recientes y 2 perros. Lo hubiera calificado de espectáculo sino hubiera sido porque – como era auténtico – casi termina en tragedia para los pobres patitos que por lo que parecía todavía no volaban. Eso sí, se desplazaban deslizándose en el agua como patinando cuando se quedaban atrás si la mamá les llevaba a otro lado o simplemente jugando. No éramos los únicos que admiraba a los patitos y a la mamá pata que desde una distancia prudente les dejaba hacer. Ahora se metían debajo del agua, ahora batían las alas salpicándose… ¡un gusto!
Y así durante un gran rato. Los patitos se iban a ratos a tomar el sol sobre las ovas del río y mientras tanto la mamá pata hacía lo suyo: bañarse, cazar supongo… lo que fuera.
Ya casi al atardecer, vimos como la mamá pata los convocaba a todos y los llevaba – es graciosísimo verlos en fila detrás de la mamá – supongo que a dormir hacia el interior de los juncos. Y en cuanto se fueron los patos, allí delante igual, un círculo de peces que saltaban como danzando. ¡Uau!
Y en esas, mientras que admirábamos la danza sincronizada de los peces y recordábamos lo bonito que había sido ver a los patitos… de repente, en el río, vemos a dos perros quevan nadando en dirección a los peces y a los juncos donde la mamá pata había llevado a los patitos.
Fue todo rapidísimo, la mamá pata – o el papá pato, no tengo ni idea – salió de los juncos agitando las alas y deslizándose en el agua – igual que habíamos visto a los patitos pero ahora sin jugar – en dirección contraria. Y los perros, medio sorprendidos miraban a un lado y al otro como preguntándose qué hacer: para un lado… huelo algo… para el otro, hay un pato seguro, agitando las alas… ¡fueron a por el pato! y el pato – o la pata – sabía más que ellos y además volaba… pero en un momento, los perros como que dijeron «tanta bulla, tanta bulla…esconde algo» y se cambiaron de rumbo hacia los juncos donde pretendidamente estaban los patitos. ¡No vean la que lió la mamá pata, qué escándalo!
Mientras uno de los perros – el otro había desaparecido entre los juncos – miraba a un lado y al otro sin saber muy bien qué hacer, los patitos salieron corriendo de los juncos y se fueron a un montón de ovas del río que habían sido flores hace unos días, se subieron un momento a ellas y de repente, cuando vieron que el perro se acercaba se metieron debajo del agua y el perro volvió a mirar como diciendo «pero bueno, si había patitos ahí». La mamá pata seguía graznando y el perro se alejó detrás de ella. Inmediatamente los patitos salieron del agua para subirse de nuevo a las ovas. Yo ya de pié viendo el desarrollo con gran interés y «miedo» por los patitos. Miedo tonto porque ellos son bien listos y desparecieron del panorama, ja, ja, «como por arte de magia».
Afortunadamente, los dueños de los perros, que estaban tranquilamente hablando a la orilla del río y que no se habían enterado de la película, llamaron a los perros y el peligro pasó para toda la familia «patuna».
Ver la vida en directo…
Y la magia siguió pero eso será para otro ratito.
Gracias, muchísimas gracias, viajeros de luz. Un placer y un honor.
Hola, estado siguiendo los Jose A. Rosa Visit at: http://www.legalshild.com/Ghub/rosaj
Un abrazo, Jose