Entrada publicada originalmente el 07/09/2018 en www.ellamentonovieneacuento.com
La entrada la escribí ayer aunque no la terminé por eso encontrarán adverbios de tiempo que no corresponden.
¿Se acuerdan del dicho “el hombre propone y Dios dispone”? Pues desde que volví del taller en Aranda sobre Proyecto Sentido, me lo he dicho unas cuantas veces. ¡Ay! Ja, ja.
Preveía que hasta el jueves, es decir hoy, no iba a disponer del tiempo para sentarme a compartir con ustedes. Y así ha sido. Lo que no preveía es que, justo hoy, me haya levantado triste triste. Así que sí, estoy sentada con la intención de escribir y compartir, sin embargo no tengo ni idea de qué saldrá pues el “desde dónde” es otro que el que alegremente preveía.
Conscientemente no he querido sentirme de otra manera – recursos tengo para salir casi en un plis – sin embargo, esta vez me he quedado a respirarla. No he querido resistirme a ella ni saltar por encima ni superarla… ayer me acosté contenta, pensando: “qué bien, mañana ya voy a poder escribir…” así que siento que es una visita de esas inesperadas que, si no te resistes mucho, te trae un mensaje interesante.
Como les decía, el sábado pasado lo compartí con un grupo de mujeres que se habían apuntado a mi taller del Pulso del Inicio, alrededor del Proyecto Sentido Gestacional, ese tiempo fundamental para cada uno. Investigar, comprender, integrar, transformar, incorporar lo vivido y por ello grabado por cada uno de nosotros durante ese tiempo alrededor de la gestación y hasta los 3 años para algunos y hasta los 7 para otros muchos. Personalmente por mi experiencia personal me inclino hacia la segunda opción: la influencia que todo ese caldo de cultivo hasta esa edad ha podido tener en nosotros a tenor de lo que vivimos en este momento. Y esa es una clave: mirarlo desde lo que estoy viviendo ahora porque pasar pueden pasar muchas cosas pero… no siempre suceden.
Fue un grupo espectacular. Es verdad que es habitual una participación muy activa. Que sea desde el minuto 1… ya es más raro. Y esta vez ocurrió.
¡Me siento inmensamente agradecida porque no solo tengo la oportunidad de transmitir lo que me e-mociona sino que además asisto a sus tomas de conciencia! Y cuando una persona toma conciencia, dice eso de “me estoy dando cuenta que…” es hermoso. Sabes que ese es el principio de un camino que le llevará a ella misma – o a él mismo cuando hay hombres en la sala, ja, ja. Le llevará a comprender lo que hasta ese momento parecía un rasgo de su personalidad que no le gustaba, que no entendía, que no sabía por qué cada vez que… ella respondía de la misma forma… O a comprender por qué está viviendo esto o aquello que no quiere ni en pintura o a alegrarse por un don que no sabía de dónde venía. Esas cositas que te dan la vuelta a la percepción de tu propia vida haciéndola más amplia, completa y genuina.
Y después de ese subidón que supone el taller… toca volver a casa. Ya verán por qué lo digo así de lánguida, ja, ja. Antes de salir de casa habíamos estado escuchando el vídeo del programa de Saúl Pérez referente a los engramas. Esas rutas neuronales que se crean y después solidifican en vivencias de stress que el inconsciente graba para nuestra supervivencia. Cuando alguno de los elementos aunados en esa ruta concurren en una situación que, aunque alejada de aquella en la que se grabó, comparte detalles como pudiera ser un ruido, un olor, UN TONO, – muy importante – puede que termine dando una misma respuesta.
Desde que comparto camino con el Finder ha habido situaciones en las que uno u otra hemos reaccionado – en exceso – a un tono, a una pregunta… Era como un resorte fuera de control.
Lo terminábamos viendo pero pasábamos un rato metidos debajo del agua, una o el otro o los dos, ja, ja.
El lunes, al día siguiente de llegar del taller – 4 días fuera – vivimos uno de ellos. Reacción total que te llena de vergüenza “pero si en el taller he estado diciendo que…y vuelvo a caer en la misma”. Te quedas parada. Jolín. Y entra el bucle de querer tener razón y a la vez sentirte culpable y avergonzada… El estómago y toda esa zona metida para dentro.
¿Alguno lo ha vivido? Ja, ja.
Esta vez “tuvimos suerte” pues estaba aquí su nieto y habían quedado para hacer un viajecito. Me quedé sola. Con mi rabia, con mi vergüenza, con mi culpa. Ale, todo para mí. Y ahora ¿a quién le contestas?
Sin embargo, gracias a esa soledad… tuve tiempo y espacio para recomponerme. Y vive Dios que utilicé recursos. Para eso los transmito. Para aplicarlos ja, ja. Que en el fragor de la vida, en el p´acá y p´allá… se te olvida casi.
Después de haberme desahogado yo solita, abro el teléfono y san you tube me recomienda una música para quitar dudas, miedos y auto-sabotajes… ¡Uau, la primera, el Universo nos asiste! Y aunque una parte de mí seguía en el “querer tener razón”, me paro y me digo: “¡no, monina, detrás de esto hay un engrama que es un maestro y esta vez vamos a entrar ahí y ordenarlo!
Y eso hice.
Respiré.
Hice el qigong de Ai Jing (El camino del Amor) con esa música recomendada.
Me dediqué tiempo y amor.
No me reñí ni me resistí más.
Apliqué recursos que desde la medicina china he aprendido y que transmito porque sé que son efectivos y que como digo siempre, lo hacen desde lo energético, desde lo sutil sin que tenga que concurrir lo mental que todavía no está para ello. Y una vez que lo sútil que nos constituye ya está fluyendo adecuadamente, sin estancarse aquí o allá … ahora sí, ahora ya estoy dispuestapara otras herramientas que de no haber hecho ese trabajito primero, a mí como mental, me costaría más entrar como puede ser en una sofrología o en una visualización…
Recordé una de las herramientas que aprendí en el programa de Claudia Delgado “Mi Nueva Yo”: ver la necesidad que hay ahí velada, oculta por incapacidad de expresarla en el momento primero que ocurrió. ¡Bingo!
¡Si me dicen hace años que – yo mental – voy a ser capaz de entrar en la situación y ver y sentir y permitir que me llegue la información… no me lo hubiera creído! Sin embargo, ya sé que puedo hacerlo, ya lo he confirmado suficientes veces como para que mi yo chiquito no me vuelva a comer la oreja con la frasecita de “eso es muy difícil, para ti imposible”. Bueno, lo hace pero no le creo, ja, ja.
Así que me puse a hacer El camino del Inconsciente con esa intención de ver qué necesidad oculta había en mi reacción. Reacción que se daba sobre todo al día siguiente de llegar de fuera. Todo engramado. El primer día todo lo veía estupendo, precioso diría yo, la casa tan bonita, llena de velitas y al día siguiente… veía el desorden de aquí, de allá y de todos lados. Y me iba calentando por dentro. A poco que el otro picara con una frase tipo “¿estás enfadada?” ya salía todo como un pasodoble, seguidito. Ahora me parto recordándolo. No digo que no vaya a reaccionar igual… pero de momento me río.
Así que cerré los ojos, sentadita, con la misma música de fondo, me centré en la respiración y en la intención de comprender esa necesidad oculta que no había sido atendida en su momento. Y los momentos en que no fueron atendidas… casi siempre son en la niñez, en la adolescencia…
Así que en un plis-plas me ví, yo de pequeña recién llegada de un viaje siendo evaluada por mamá con un resultado poco positivo, ja, ja pues para mamá nada de lo que yo hacía era suficiente así que la batalla siempre estaba perdida. La frase que me salió fue “no cumplo con los requisitos para ser amada” que “no importa que tenga dones y haga cosas bien… siempre hay puntos negativos para no ser merecedora de su confianza, de su amor”
Ahí estaba el sentir oculto que mi rebeldía había velado como recurso de supervivencia. ¡Uau! Me permití sentir y disfrutar esa ola de conciencia que se extiende por todas las células y que sientes como un calor agradable, como si parte de ti se estuviera cargando y que a veces se expresa en lágrimas, en risa, en “¡era eso!” Hace un tiempo hubiera sido diferente pero ahora ya sabía, ya sentía que papá, que mamá, que todos, hicieron y hacemos lo mejor que sabemos en cada momento. No lo supieron hacer de otra forma en este caso. Eso ya lo sé, ya está incorporado. Así que fue fácil desarrollar otro guión, otro escenario al que había aportado un recurso X o una super-emoción X que ahora ya sé cómo aplicar.
Cuando lo aprendido, lo estudiado en una formación, como teoría, lo aplicas y te permites experimentar el desarrollo del proceso…¡es un hermoso honor! Siento que todo lo vivido, lo que no me hubiera gustado vivir también, me ha traído de regalo infinito aprender las herramientas para mí, aplicarlas y tener la oportunidad de transmitirlas. Todo fue, ha sido y es necesario para mi – nuestra evolución. Ellos no tuvieron las herramientas, gracias a ello, yo las he aprendido, aplicado e incorporado para mí y para los que resuenen con ellas en su propio camino.
¡Me siento regalada por el Universo que de una situación “desordenada” – por ponerle un nombre neutro – me ha regalado tomas de conciencia y aprendizajes muy hermosos! Cuando sientes a mamá carente entonces de los recursos para hacerlo de otra forma – aunque a ti te hubiera gustado – yo al menos siento una ternura indescriptible. Me he pasado la vida manoteando contra algo que no era posible en la vibración que la configuraba como no era posible para mí reaccionar de otra forma si no ordenaba ese engrama que me tenía atenazada – por oculto – repitiendo el circuito completo ahora del otro lado, como si el Universo te diera la oportunidad de experimentar las dos polaridades.
Para la hora de comer ya había vuelto en mí, ja, ja. Me ofrecí una comidita rica y me eché en el sofá. En principio no tenía intención de siesta pero me dormí. ¡Qué rico!
Ja, ja, allá a un rato largo llegó el Finder. Claro, él como “tuvo” que ser social había bloqueado el enfado para estar bien en el viaje… Cuando llegó a casa … se desbordó. Eso es material para otra entrada, ja, ja.
Viendo el panorama – yo había necesitado toda la mañana para salir airosa – me puse a mandar lo prometido a las asistentes al taller. Les estaba explicando un juego que les proponía con las letras de su nombre y apellido y me puse a hacerlo. Después hice una variante ¡Fue genial!
Escribimos nuestro nombre completo: Nombre y apellidos.
Y con las letras que tenemos – sin añadir ninguna – vamos sacando las palabras que se van configurando sin añadir ninguna letra: es decir si entre todo tengo una T, no puedo escribir teatro que tiene 2.
¿se entiende?
Es alucinante porque cada palabra, que se va como creando delante de ti, enlaza con una vivencia X tuya, con una experiencia, con una emoción… Todas las que van saliendo te atañen de una manera u otra. Yo ya llevo 4 hojas y las asistentes al taller confirman lo genial del juego en sus mensajes.
Yo estaba enfrascada en el juego y, aunque sabía del estado del Finder, no le estaba dando mucha bolilla (que dirían en Argentina). Al contrario, cuando encontraba una palabra que me encantaba se lo comunicaba a él alegremente sorprendida y en un momento dado, como cuando niños nos enfurruñábamos pero veíamos que nuestros amigos se lo estaban pasando genial y no sabíamos como entrar… veo que empieza a jugar también y ¡le cambió la cara! ¡Super concentrado en el juego y disfrutando de él! ¡Bingo, de momento la respuesta era otra!
Él todavía siente que tiene razón. Ahora ya no me importa. Cada uno necesita el tiempo que necesita para el proceso. Yo soy muy afortunada, el Cielo me regala herramientas por todos lados. Está en mí ponerlas en juego, aplicarlas en mi día a día que es donde cuenta. No depende de que el otro te entienda, lo entienda… Eso no me corresponde. Eso sí, me corresponde el total de mi respuesta. Y aplicar lo que transmito es una de ellas.
Y todo ello lo viví porque no “quise” salirme del ojo del huracán, superarlo… me quedé a experimentarlo. Fui tirando del hilo y llegué al tesoro de mi paz. “Curiosamente” unos días antes de irme, el Finder, entre las tantas frases geniales que dice sin darse cuenta, me dice: “disfruta de lo que es sin querer que sea otra cosa”. Con ella hice la imagen que da comienzo a esta entrada. En su honor.
Gracias infinitas a la Vida por las herramientas, por los recursos incorporados y por las oportunidades que el Cielo me da de aplicarlas en las prácticas cotidianas. Y gracias porque además puedo compartirlo aquí y a lo mejor para alguien llega en el momento preciso.
Un honor. Ahora sí, después de haberlo vivido, puedo transmitirlo.
Gracias, gracias, gracias