MUESTRAS DE COHERENCIA ESPONTÁNEA, SIN ESFUERZO

Entrada publicada originalmente el 11/05/2018 en http://www.ellamentonovieneacuento.com

En el taller de Eslida, después de comer, hicimos un ratito de qigong. Uno de los ideogramas que hicimos fue el de “Wang” el emperador que es el corazón y es el símbolo de la Coherencia: “Lo que pienso, lo que siento, en unidad con lo que hago”. Esa es la intención al hacerlo, al danzarlo… Hicimos entre todos el ideograma con unas ramitas que había en el lugar donde generosamente  nos habían invitado a compartir una paella riquísima y otros manjares. Al lado del ideograma, se colocó Noa, la perrita de la que hablamos después. Como si de una guardiana de la coherencia se tratara. Y no se movió en todo el tiempo mientras nosotros hacíamos el qigong, nos miraba…

 

Esta entrada la escribí mientras estaba en Eslida, al día siguiente del taller que allí desarrollamos con un equipo maravilloso y siempre a punto. Como decía en la publicación en el facebook de El lamento no viene a cuento (espero que estén todos allí porque en esa página publicamos otras “cositas” también y a partir de ná vamos a estar emitiendo en directo para seguir creciendo. Solo teneis que hacer click a la derecha de esta página sobre la imagen facebook de El lamento no viene a cuento y dar a me gusta. Os llegarán las publicaciones. ), las vueltas a casa después de un viaje intenso de vida, de compartir, de otros ritmos, de otras vibraciones… son todo un reto. Llegar siempre conlleva más o menos tiempo de re-ajuste, de re-acompar. En ese tiempo he estado estos días así que no era fácil publicar pues había mucha energía de programas actuando, de creencias actuando… y esas energías no son precisamente creativas, ja, ja.

Vamos a la entrada que escribí.

 

El que vive con un animal de 4 patas, cualquiera que sea, recibe el regalo constante, así sin más y sin que tengas que acudir a ningún curso… de contemplar y tener la oportunidad de aprender con el ejemplo… la coherencia en vivo y en directo. Y sin esfuerzo aparente.

Anoche, después de jornada intensa de curso, comida y qigong, recoge todo … llegamos a casita y nos desparramamos alrededor de una mesa camilla que mis anfitrionas tienen en su cocina. Leer mensajes, enviarlos, comentar sobre lo vivido… en esas estábamos.

Maru, una de las 3 integrantes del equipo, vive con Noa, una perrita de la que ya he hablado en otras ocasiones porque, con su ejemplo, me ha ayudado a explicar cosas en mis cursos. Se conocen bien, llevan viviendo juntas un montón de años.

Maru, allá donde va y más si está en casa, le pone una alfombra o una de esas camas que ahora hay para perros, por ejemplo. Sin embargo, ayer como por allí teníamos que pasar para la organización, Maru le puso su alfombra en una magnífica terraza que tiene la casa en la parte de atrás – con un solecito muy rico a media mañana. Sentadas a la mesa camilla, Maru preguntó: ¿Y Noa? las 3 miramos al rededor porque llevábamos un rato a nuestra bola y no teníamos ni idea de dónde estaba. Y de repente, la vimos tranquilamente tumbada, enroscada encima de una alfombrita – mínima para ella – justo debajo del espacio para fregar.

¡No había protestado, no había reclamado “su cama, su alfombra habitual”, no había pedido atención para satisfacer su necesidad de tumbarse en algo que la “aislara” un poquito del frío suelo. Ella simplemente había aprovechado “lo que había” y no había hecho ningún drama de que su “ama” (en euskera “ama” es madre) no le hubiera puesto “su” camita, su alfombra.

Nosotros – seres de humanidad – funcionamos – en general – bastante lejos de esa actitud.

“No hagás drama” dicen los argentinos. El llevar las gafas de “hacer drama” por lo que otros te deberían dar y no te dan, es algo bastante común en los sentires de los seres de humanidad.

Ellos, animales que nos acompañan a vivir, son un vivo ejemplo de una percepción transparente sin gafas de colores que distorsionan la visión.

Ayer, el Finder y una servidora, estuvimos disfrutando de la primavera en Las Hurdes y tuvimos el placer de un compartir un rato con un perrito de 2 meses que recién había llegado a ese lugar y a esas personas. Verle y compartir las ganas de disfrutar, de jugar, de todo… y después quedarse dormido profundamente en un trozo de hierba que parecía una alfombra debajo de un árbol…fue toda una emoción. Parece que era el primer día que se quedaba dormido así, había estado un poco alerta. El Finder y yo nos miramos, “ya está en casa, ya se siente en casa y se puede dormir”. Siempre son un ejemplo.

 

Este es Rocky, hijo de otro Rocky y que ayer nos ejemplificó la alegría, la confianza, el disfrute, el juego… de tó, un master si te pones, ja, ja. Y todo en un paraje de cuento. ¿Regalos? todo el rato. 

Gracias, gracias, gracias.

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