Entrada publicada originalmente el 02/07/2018 en http://www.ellamentonovieneacuento.com
AMO CUANDO ME SIENTO…
En el programa “Mi nueva Yo” de Claudia Delgado he aprendido herramientas, recursos y claves sencillas y muy potentes (de aplicarlas, claro, ja, ja)
Una de esas herramientas es esa frase “en apariencia” tan sencilla con la que hoy titulo la entrada.
Digo en apariencia porque es una frase que a nuestro Ser, al Esencial, al que es arte y parte del Todo… le da alas pues conecta inmediatamente con el sentir y eso, el sentir, es maná para nuestras células.
Cuando yo digo “quiero” “necesito” “me gustaría”… nuestro inconsciente escucha la carencia. Es algo que no tengo y lo busco. Y que no lo tengo y lo busco lo sabe todo mi sistema y como tal siente: carencia y necesidad.
Sin embargo, cuando digo “amo cuando me siento libre” “amo cuando me siento valorada” “amo cuando me siento en propósito”… pasan muchas cosas dentro:
– Amo, que podríamos cambiar también por “me encanta” “me gusta” aunque Amo que está en presente tiene un plus y es que es activo: yo amo. No es que algo me gusta, yo no hago nada para ello. (Este era un tema peliagudo cuando en mi faceta de profe de español para extranjeros exlicaba la diferencia entre amar y gustar).
– Si lo amo, si me gusta es que lo conozco. No es que me gustaría tenerlo y todavía no lo tengo: “amo cuando me siento libre” es muy diferente de “me gustaría sentirme libre” ¿a que sí?
– Amo cuando me siento: es decir lo siento, aquí y ahora. Me estoy sintiendo como cuando me siento libre, valorada, en paz, en armonía… Y como mi inconsciente funciona con lo que siento – no con lo que pienso, no con lo que creo que siento, no con lo que supongo… – para “reaccionar” y dar las órdenes químicas y biológicas necesarias, éstas serán en conformidad con ese sentirme libre, en paz, en propósito, brillante, luminosa que constato en la frase: Amo cuando me siento… en paz, libre, en propósito, brillante, luminosa…
– Como ya me siento eso (es decir, estoy anunciando el resultado) la información que tiene mi inconsciente no es de carencia ni necesidad sino de abundancia, de “qué bien me siento, ummm que rico porque ya me siento libre, ya me siento luminosa, ya me siento…
¿Se ve la diferencia?
En la práctica, la diferencia es abismal. Una te posiciona en el “Ya” y te propulsa y expande y la otra en el “todavía no” y te contrae. ¡Ni punto de comparación!
Y ahora viene lo mejor – o al menos para mí – y es que esta frase es una herramienta a utilizar en casos de “necesidad” de eso que anunciamos. En una entrada anterior publiqué otra de las herramientas aprendidas en el programa de Clau: la danza de la auto – empatía (dense una vueltita por allí y lo entenderán mejor) Y esa danza la practicamos en ocasiones, en conflictos que nos “descuajeringan” (palabra de mi abuela, no sé si existe, ja, ja) por dentro y nos hacen entrar en un bucle obsesivo de desvalorización, carencia…
Por ejemplo, imagínense que en un conflicto con mi pareja veo que lo que verdaderamente me ha dolido es que me he sentido “no escuchada” – por un poner – . Por lo tanto, veo que debajo lo que hay es una necesidad de sentirme escuchada.
Y la pregunta que nuestro “yo chiquito” hace es: “Y ¿cómo hago para que fulanito satisfaga esa necesidad mía? Ah, pillines, es que la pregunta no es esa porque ahí estoy poniendo la razón de mi necesidad en el otro, en lo de afuera y resulta que a estas alturas – aunque se nos olvide a cada rato – ya sabemos que lo de afuera no es más que un reflejo de lo que hay dentro de mí – aunque duela es así, ja, ja -. Así que la pregunta podría ser, ya aceptando “el cómo” del yo chiquito, ¿Y cómo hago – Yo – para satisfacer esa necesidad?. Luego ya miraré de dónde viene esa necesidad.
Y aquí entra la herramienta del “Amo cuando me siento…”. Si yo he detectado que esa es mi verdadera necesidad en esa situación que yo he vivido con conflicto: ser escuchada, cuando digo “Amo cuando me siento escuchada” y me paro a sentir, a sentirme, a permitir que todas mis células se sientan escuchadas y se sientan ummm, rico… mi inconsciente tiene la información de mis emociones y si yo me siento escuchada y me siento como me siento cuando me siento escuchada… desde luego el conficto lo veré de otra manera y a lo mejor me doy cuenta de muchas más cosas como que resulta que lo que está reflejando esa situación es una metáfora de que yo no me escucho a mí misma, que paso por alto lo que el corazón me dice… por un poner. Y ahí si puedo actuar porque es sobre mí, no sobre el otro:
– primero, declarando esta frase “Amo cuando me siento…” – no como un papagayo – sino sintiéndola, sintiendo lo que siento cuando me siento como digo y permitiendo que ese sentir se transmita a todo mi ser. Mi inconsciente pilla la indirecta en un plis.
– Segundo, preguntándome ¿qué más puedo hacer para escucharme? (en este caso que hablábamos de la necesidad de ser escuchada, en otros lo que sea: qué más puedo hacer para sentirme libre, para sentirme luminosa, para sentirme…
– Ja, ja,… y ponerlo en práctica.
Ahora viene la pregunta del “yo más chiquito”: “Y ¿cómo hago para sentirme de esa manera si no tengo la experiencia de sentirme nunca así?”
Estoy segura de que no es cierto – y lo digo porque mi yo chiquito-chiquito hizo la misma pregunta muchas veces. Estoy segura de que si te pones – sin miedo, sin el “modo víctima” – vas a encontrar más de una y más de algunas ocasiones en las que ya te sentiste así solo que el “modo miedo” borra las memorias agradables y te deja solo las de carencia.
Y si honestamente veo que efectivamente nunca me sentí así…voy a mirar a mi alrededor cercano físico o simbólico (un personaje de una película, un personaje de una novela…) y elegir una persona, una situación en la que yo veo que la protagonista siente así.
Pues ala, aprovechando que el inconsciente es un bendito y se cree todo lo que le cuentan que sienten como real– al loro pues con lo que le contamos -, vamos a modelar a esa persona, vamos a modelar a esa persona en una situación en la que le hemos visto ese valor que queremos aportarnos. Y si siento como siente la persona, nuestro inconsciente pensará que nosotros lo sentimos. ¡Bingo!
¡No me digan! ¡Es espectacular!
Ja, ja, no me crean. Apliquen el cuento.
En estos últimos días, he dedicado algún ratito a crear imágenes, por el gusto de hacerlo. Encontré una imagen que me gustó para re-hacerla con algunas de esas “super-emociones” – término de Claudia que me encanta – que más me gustan seguramente porque más anhelo para expresarme. Y ese anhelo que antes me dejaba en “ay, pero yo no siento eso todavía”… ahora, cuando digo esta frase es mágico el cambio porque ya me siento así. Y eso era lo que quería.
Y si ya me siento así, por la ley de que lo semejante atrae lo semejante, atraeré situaciones, personas, vivencias… con la impronta de esa super-emoción: sentirse en paz, escuchada, radiante, libre… Uau, nunca agradeceré a Claudia lo que merece el regalo de su lista de super-emociones: ¿saben lo burbujeantes que se sienten mis células cada vez que recorro alguna de esas super-emociones? ¡Es orgásmico! Ja, ja.
Voy a compartir también unas imágenes del día de ayer. Aprovechando que el día era fresquito el Finder y una servidora nos fuimos a “poner a punto” un terrenito que tenemos en la sierra, que es como un trocito de bosque y lleno de helechos, este año gigantes con tanta lluvia bendita. Para aquellos que estos días no han podido degustar del campo, de la naturaleza en estado silvestre, espectacularmente frondosa… practiquen la frase como si pudieran estar ahí: “Amo cuando me siento rodeada de plantas en todo su esplendor” “Amo cuando me siento inmersa en la naturaleza, en el Todo” “Amo cuando me siento en conexión con el Universo”…. Completen a su gusto, el inconsciente de cada uno se cree las palabras propias, no las del vecino.
Un placer, hermosos viajeros de luz.
“Amo cuando les siento cerquita” Ummm, qué rico.
Gracias, gracias, gracias.