Entrada publicada originalmente el 10/06/2018 en http://www.ellamentonovieneacuento.com
De alguna forma esta entrada será como una continuación de la anterior en la que hablábamos de que sufrimos por las interpretaciones que hacemos de lo que nos pasa (que estarán en concordancia con nuestros mapas mentales propios – que de propios tienen bastante poco pues la mayor parte del mapa lo recibimos heredado del clan, de lo que sentimos en ese tiempo de gestación sobre lo que siente mamá sobre ella, la familia, la vida… y de lo que nos van contando hasta los 7 años.
La verdad, si lo pensamos en serio es para reirse, ja, ja. Porque incluso nos llegamos a enfadar con otras personas que no creen o que no interpretan como nosotros. Como decía ayer una mujer en un vídeo “¡pelotudo – como dicen en Argentina y con el acento que si no no tiene gracia – si casi nada de lo que crees que crees es tuyo!
Eso que decimos identidad, personalidad es como un envoltorio, un batiburrillo de todo lo que nos han ido diciendo sobre nosotros, la vida…, de lo que hemos ido eligiendo – la mayor parte de las veces inconscientemente – para poder sobrevivir en el medio que nos ha tocado. Y aquello que nosotros veíamos que no era bien recibido, no era bien visto en la familia y en el territorio que habitábamos – escuela – amigos… – lo íbamos escondiendo en el baúl de la sombra o si vivíamos en la polaridad de rebelde… lo expresábamos más… pero es la misma sombra.
Durante este año, desde febrero, inicié dos cursos super importantes para mí. Uno el de Saúl – Volver a la Abundancia – del que ya he hablado en más ocasiones y otro con Claudia Delgado – Mi nueva Yo. Viendo los títulos ya sabes que el sentido es transformador y que va a necesitar de tu presencia – en este caso la mía – para la transformación. Como decíamos en la entrada anterior: depende de tí, de lo que te impliques. Ha sido un tiempo super movidito.
Con Claudia aprendí hace nada que detrás de un sentirme enojada, triste, rabiosa, … hay debajo una necesidad no cumplida, no satisfecha. Eso ha sido una revelación y un gran regalo. Y… además un gran aporte en cuanto a saber cómo nos sentimos y qué necesitamos. Tenemos muy poco vocabulario emocional. Si alguien nos pregunta como nos sentimos, muchas veces no sabemos, decimos “bien” o “mal” y eso engloba todo pero no define nada porque bien o mal no informan de lo que verdaderamente está ocurriendo en mí (también es verdad que ni yo misma sé lo que está ocurriendo, solo veo la superficie: el enojo, la rabia, la tristeza…)


Somos muy afortunados ahora. Hace años el acceso a recursos de gestión emocional era ínfimo y muy encorsetado en corrientes psicológicas establecidas. Largo y tedioso. Personalmente desde que la Vida me regaló el encuentro con la medicina china y después con la biodescodificación, con el transgeneracional… y sus protocolos, sus “caminitos”… el “re-componerme” ha sido más sencillo y efectivo.
En la entrada anterior compartíamos un ejercicio para des-velar lo oculto en tí, para ver qué hay en esa sombra mistriosa, que hace que reacciones de una manera o de otra y así comprender-te y ser capaz de elegir otra respuesta.
Hoy, siguiendo el tono, compartimos un ejercicio muy sencillito (cuando se hace un par de veces ja, ja) para des-velar esas necesidades que hay detrás y que nos están impulsando – en base a nuestros mapas mentales – a sentir, a interpretar A, B, o C.
Claudia Delgado en su programa lo llama “La danza de la auto-empatía” y ya solo el nombre nos llama con curiosidad: Danza (movimiento, agradable) , auto – empatía (también agradable) Y el que seamos empáticos con nosotros no tiene que ver con darnos la razón sino con comprender precisamente esa necesidad que ha estado ahí siempre pulsando para que la atendiéramos porque yo como adulta lo puedo incluso obviar pero la niña – por lo que sea – se quedó con la “falta”, con el “exceso” y ha ido llevando “la falta o el exceso” a todas las relaciones para ver si de una vez la veía. Es como cuando un niño está llamando a mamá para contarle algo “mamá mamá” y la mamá está hablando con alguien o a lo suyo y no le hace caso y el niño sigue “mamá mamá” “mamá mamá” hasta que la madre se da la vuelta y le dice “a ver qué quieres”. Y depende de cómo te pregunten “a ver qué quieres” vas a sentirte más escuchada, menos…
Así pues, la escucha de la necesidad es con absoluta presencia, estoy aquí para escucharte, sin juicios, sin riñas, sin comentarios tontos de “pero mujer si eso es una bobada”. Pues no, bobada no es si lo estoy sintiendo.
Es una forma de honrar lo que siento, de auto-validar lo que siento, lo que necesito, lo que se quedó sin atender en un momento dado – para mí.
Y cuando honras la necesidad, la ves, la miras y la atiendes “ah, veo que necesitas que te reconozcan” “veo que necesitas colaboración, sentirte en pertenencia”…. se abre como un espacio algodonoso, plácido, amoroso … todo tu ser se siente como aliviado, como comprendido, atendido… Es como si por fin mamá viniera a acallar nuestro llanto. O así lo he vivido yo las veces que he aplicado el ejercicio a “cositas” de la vida diaria. Hasta los músculos se relajan, se amplifican, la mente se despeja.
Una vez honrada la necesidad, ahora puedo – como adulta – pensar, idear, crear, elegir formas de atender yo misma esa necesidad o incluso de qué forma puedo informar a otros o pedirles algo que ayude a satisfacerla y que a la vez sea nutritiva para todos.
Y ahora vamos a explicar un poco cómo hacerlo:
LA DANZA DE LA AUTO – EMPATÍA
Primero traigo a mi mente la situación que quiero “ver y trabajar”. Seguramente es una situación que puedo tachar de “negativa”: he discutido… y me siento “mal”, lo que sea que siento que “me ha pasado” y la mente no deja de soltarme frases y de tó sobre ello. Hay que parar un momento, salir de esa vorágine:
Y entonces, y aquí empieza el camino – danza:
- JUICIOS: Doy un pasito y digo todo lo que pienso sobre esa situación o esa persona: ” es un…” “es una…” y me permito todo: Lo digo en primera persona y en presente como si estuviera ahí. No es aquello de “pienso que es un aprovechado” por ejemplo sino “eres un aprovechado” “no te aguanto” “me tienes hasta las narices” “siempre haces lo que quieres sin tenerme en cuenta”…. lo que sea que salga por tu boquita, como si de una obra de teatro se tratara y tu fueras la protagonista.
- Una vez que he terminado y lo he soltado todo – sacudo todo mi cuerpo: los brazos, las manos, las piernas, los pies… Es una forma de ayudar, de colaborar en ese sacar de dentro. Si lo dejo dentro sigue pulsando mi energía hacia el juicio, hacia un lugar que me lleva a vibraciones bajas y lentas que atraen “lo parecido”.
- OBSERVACIÓN DE LOS HECHOS: Este es un paso importante y que cuesta un poquito porque no estamos acostumbrados a mirar las cosas que pasan como si fuera una cámara que recoge la imagen, lo que se ve simplemente – no los juicios y opiniones e interpretaciones que pasan por tu mente.
- aquí, seguramente hasta que tengas práctica, los juicios intentarán salir de nuevo: si salen, los ves y vas un paso atrás hasta los juicios otra vez: sacas lo que hay y vuelves a la observación.
- la observación es eso: observar y decir lo que hay: “entro en el comedor y veo que hay juguetes por el suelo, ropa revuelta en el sofá…” Lo que sea que esté recogiendo mi cámara. Sin el juicio, sin la opinión. Solo los hechos.
- Este paso, por si mismo, ya baja la tensión porque al ver los hechos en sí mismos, sin tu interpretación añadida… en ese mismo momento ya se te ocurren acciones más neutras.
- SENTIMIENTOS: y aquí viene el reto para los mentales: ¿cómo me siento ahí?
- Y los juicios volverán a querer salir: para atrás, hasta la “casilla” de los juicios, lo digo, lo expreso y vuelvo a preguntarme ¿cómo me siento?
- como decíamos antes, tenemos muy poco vocabulario y la mayoría de las veces cuando nos hacemos esta pregunta respondemos con falsos sentimientos “me siento engañada, dolida….” (ahí hay juicios implícitos). En el documento que comparto más arriba encontrarán un mapa de sentimientos y necesidades muy útil para el “kindergarden emocional” en el que estamos, ja, ja. Allí verán que hay un apartadito de “falsos sentimientos” que es donde estamos muchas veces.
- Identifico como me siento
- NECESIDADES OCULTAS:
- Veo qué estoy sintiendo y me pregunto: ¿qué necesidad tengo en esa situación? Y voy al mapa de las necesidades – más que nada porque como son “no atendidas” la mayoría de las veces ni las vemos ni las olemos, ja, ja, están en esa parte inconsciente que está escondida.
- Cuando veo la necesidad, la honro, la atiendo. “ah, veo que necesitas…” o también puedo decirme “es verdad, amo cuando me siento escuchada” “amo cuando me siento valorada” “amo cuando me siento en armonía”
- Y siento (importante este punto y más reto para mentales, ja, ja) como me siento cuando esa necesidad está satisfecha, cuando me siento escuchada, valorada, en armonía, en tribu…
- Puedo, incluso, hacer una transición hasta que pueda satisfacer yo misma esa necesidad y para ello decirme: “Amo cuando me siento escuchada, atendida….” “Amo cuando me siento en tribu, en pertenencia, tranquila, serena” Y sentir eso para que mis células lo sientan. Como sabemos el inconsciente no sabe si es real o imaginario: funciona con nuestro sentir. Pues ale, a sentir.
- ¿QUÉ PUEDO HACER PARA SATISFACER ESA NECESIDAD?
- ¿ Qué acciones se me ocurren para que yo misma pueda satisfacer esa necesidad que estaba oculta: la de pertenencia, la de complicidad, la de conexión… la que sea?
- Despliega tu creatividad, no te quedes en una acción ni en la letanía de “ay, es que a mí no se me ocurre”. Respira y escúchate. Brotarán unas cuantas
- ¿QUE PUEDO PEDIR A OTROS PARA SATISFACER LA NECESIDAD? (pedir, no exigir porque yo quiero que las cosas sean así o asá).
Feliz e inspiradora práctica.
Gracias por la oportunidad de compartir-me. Un placer.