Propuesta absolutamente necesaria para gozar del relacionarnos con nosotros mismos, el entorno y el cosmos de forma liberadora.
Gracias maestro
Rectificar, aclarar, relucir
Es frecuente -y casi habitual- el encontrarse con conceptos, historias, relatos, sucesos, acontecimientos, leyes en los que no encontramos la verdadera historia, el relato del verdadero suceso que se pueda testificar que fue de esa forma o de otra, sino que nos encontramos con enredos múltiples de interpretaciones variadas, de ópticas diferentes, que sólo hacen enturbiar costumbres, valoraciones, puntos de vista casi hasta llegar a la ceguera. Pareciera como si cada uno le añadiera y le pusiera detalles, detallitos hasta desfigurar lo que pudo ser; o bien, hacer desaparecer aquello que era.
No es algo circunstancial. Hay un detalle de ahora, que muestra en grotesco lo que en fino acabamos de decir.
Verán: cartográficamente, mapeadamente, la mente había descrito una pequeña isla cerca de Australia; y según todos los cartógrafos, y en todos los lugares de información geográfica, estaba la isla. ¡Hasta había fotos!… ¡Bueno! Pues hete aquí que alguien que iba navegando por esas latitudes vio que no había isla. ¡Que no había!… Dice:
-¡Hombre! Pero si esto se corresponde Si Google maps, si National Greographic maps si lo más prestigioso me dice que aquí hay una isla ¡Y aquí no hay ninguna isla!
Y hete aquí que, otros más intrépidos, se bajaron al fondo del mar para ver si se había derretido la isla -o qué restos de isla había-
¡Ni rastro de isla!
Moral-eja: nunca existió la isla. ¿Quién se la inventó? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con qué fin? No lo sabemos. Y estamos hablando de ¡científicos! Estamos hablando de personas que, antiguamente, se llamaban honorables -hoy ya no, ¡claro!-; de estudiosos, de minuciosos Porque, una carta geográfica, un mapa -¡en fin!- no se hace así, a boleo: se echa un vistazo y dice:
-Pues allí tiene que haber tres o cuatro islas; y aquí debe de haber
Echas un vistazo ¡y ya está! En un plis-plas, haces el recorrido de un sitio a otro.
¡No, no, no, no! ¡No, no, no! Hay que cartografiar bien -¿no?- para saber, si tienes que ir a un lugar, cómo.
Y lo más sorprendente: ¡con los medios de hoy! Porque, antiguamente, había que coger el barco, la mochila e ibas apuntando:
-Aquí hay una piedra en el camino. ¡Oye!, ¡apúntalo! -Mm
-Aquí hay un árbol para descansar
-Mmmm
¿No?
Hoy, puesentre satélites, allegados, familiares y amigos, es fácil ver si ahí hay una isla o no. -¿Tú qué ves?
Dice:
-¡Yo no veo nada!
-¡Pues échale otro vistazo, hombre! ¡Échale!
Y lo echa
-Pues yo creo que hay una isla
-Pues ¡apúntalo, hombre! ¡Apúntalo!
Esto puede quedar en la broma, sí, pero si vemos un poco más, igual que se inventan una isla -¡una isla!-
¡Pero ni siquiera es un invento! Porque los inventos valen para -¡no sé!- para mostrarlos, para recrearnos en la imaginación, en la
No. ¡Es que ni siquiera es un invento!
Si en grandes dimensiones aparecen estos aconteceres, en pequeñas dimensiones, proporcionalmente, ¿qué no habrá?
Ya no sólo es la mentira como estrategia de poder, de maniobra, manipulación y engaño. Va más allá. ¡Mucho más allá!
Es, o sería bueno -o no- ¡rectificar!, ¡aclarar!, ¡relucir!… lo que conocemos, lo que nos han contado, lo que nosotros hemos aportado, para que tengamos -al menos- la fiabilidad.
¿Por qué tantos y tantos y tantos -¡demasiados!- fracasos convivenciales; relacionales? ¿No será por esto? ¿No será porque no se rectifica? -¡en su momento! ¿No será porque no se aclara? -en su momento-. ¿No será porque no se resplandece y se reluce lo que hay, cómo hay y de qué manera? ¿No será que cada uno va menospreciando y menoscabando por aquí, por allá…? A beneficio propio o de otros, ¡o de los huérfanos! -los pobres de la capital-.
Porque, evidentemente, cada uno tiene su coartada: No me he dado cuenta. No me acordaba ¡Bien!, ¡bien! Pero rec-ti-fi-car decían -decían- que era de sabios. Hoy, rectificar es de idiotas.
¡Por favor!
Si balbuceamos en lo Divino, y lo Divino nos ¡resplandece!, ¡nos aclara!…, rectifica en variables y planteamientos que surgen dentro del vivir; porque, en impredecibles evoluciones, las realidades cambian.
¿Cómo vamos a rectificar, premeditadamente -dándonos o no dándonos cuenta-, ese proyecto, ese plan divino?
Porque, ¡además!, estamos en un trayecto en el que se ha incorporado la adulteración de las historias, de los hechos, de los sucesos de tal manera -de tal manera- que se obra, se actúa y se dice de forma manipulada. Y el que lo dice, o los que lo dicen -¡todos!- piensan que:
-¡Bueno! ¿Qué más da decir que se han muerto 30 que 50? ¡Tampoco te vas a poner a contarlo!, ¿no? -¡Hombre!… ¿Se puede ser exactos?
-¡Hombre, sí! Si cuentas: 1, 2, 3 sí, ¡claro! Pero, puestos a decir lo que ha pasado, ¡pues entre 30 y 50! -¿30 y 50?
O sea, de repente, se declara muertas a x personas -incluso con nombres y apellidos-, y nunca han estado muertas:
-Ya. Perdón, es que nos hemos equivocado; es que -Bueno, pero ¿cuántas personas había?
-¡Pues no lo sé! Entre 20.000 y 35.000
-¡Entre 20.000 y 35.000…! ¡Vale!
Eso, recientemente -tristemente-, ha pasado en la capital.
Había una vez -además de un circo, porque ya no está-, había una vez -una historia muy simple- un pastor que tenía ovejas. Y alguien se interesó por sus ovejas. Y mirando así, de soslayo, echando, ¡tirando una mirada!, dice:
-Pues ahí habrá unas 15.000 ovejas. A 1 peseta por oveja, 15.000 pesetas. ¡Venga! Te las compro.
-Dice: Espera un momento. ¡Espera! Lo vamos a hacer a mi aire, que las ovejas son mías. ¡Una oveja!, una peseta; ¡otra oveja!, otra peseta
¿De verdad que se escaparía alguna oveja?…
No. Pero así, a boleo: Yo creo que habrá unas 15.000.
¿Será que, los seres, ya piensan, actúan, sienten y muestran, ¡a boleo! -¡a boleo!-, lo que transcurre, lo que sucede? ¿Es adecuado? ¿Es correcto? ¿O -más bien- la Creación, la vida, nos muestra un sincronismo, una afinación, increíble? ¿O bien, tenemos que decir?:
-Tú, hazle un agujero en la cabeza. Le echas un huevo y, si sale un ojo, ¡pues mira!, pues le haces otro agujero y le echas otro huevo, y te saldrán dos.
-¡Jo! ¿Así se hacen dos ojos?
-¡Sí! ¡Más o menos! Tú haces un agujero y echas un huevo, ¡y esperas a ver!
-¿No será que hay un proceso de hojas embrioblásticas, que se ponen minuciosamente de acuerdo para?
-¡Bueno, bueno, bueno! ¡Eso habría que verlo! -¡Sí! ¡Con los ojos de tus huevos!
Rectificar. Aclarar. Relucir. Volver a O empezar, porque ¿hubo antes un volver? ¿Hubo antes una? ¿O ya -según la cultura actual- o ya empezó Caín a decir: ¡Pues yo no sé nada de Abel!?
-Pero, no. ¡Es al revés!
-¿Es al revés? ¿Abel mató a Caín, o Caín mató?
-¡Ah! ¡Caín, Caín, Caín!
-¿Ves? Hay que rectificar.
Pero ya empezó el bueno de Abel a no decir nada; ¡porque estaba muerto!, ¿no?
Y cuando le preguntaron:
-Oye, ¿y qué?
-¡Yo no soy el guardián de mi hermano! ¿A mí qué me cuentas?…
Es decir: sin usar solamente esta historia, sino cualquier otra. Ayer se conmemoraban los 49 años del magnicidio de John Fitzgerald Kennedy. ¿Se sabe algo nuevo de aquello? Dice:
-¡Nada!
-Pero pero se sabe, ¿no?
-¡Hombre, sí! Se sabe, pero pero no nos enteraremos. Tendremos la versión Warren, ¡y ya! -¡Ah! ¿Y y cuántos datos, cuántos hechos así podemos almacenar?
-¡Todos los que usted quiera! Es más, no hay hechos diferentes.
-¿No?
-No.
-Entonces, ¿lo de rectificar, aclarar, relucir sería algo ¡nuevo!?
-¡Totalmente! To-tal-mente
Lo hemos comentado otras veces: la historia que tenemos, la visión que nos dan, los proyectos que nos ofrecemos unos a otros, están adulterados en un 99%.
¿Exageración? ¡Bueno!… ¡Vayan a ver! ¡Vayan a ver!
Alguien preguntó: ¿Se hace paella en todos los lugares de España?. Alguien contestó -así, sucintamente-:Sí.
Y otros empezaron: No. Pues aquí, se. No. Yo, es que tomaría todos los días No. A mí me.
Total, que la persona que preguntó se quedó un poco mareada; porque le echaron de todo, menos aclararle: ¡Sí! En todos los sitios de España se hace paella. ¡Ah!, ¿qué cambia la forma o la manera? Pero genéricamente se llama paella. Menos aquí, que se llama arroz con.
¡Y ya está! Es aclarar, rectificar, relucir. Punto. No empezar el mareo sincrónico, simbiótico y estúpido de falta de conocimientos, de criterio y de realidad, y de confusión:
-No. Verás tú. Aquí se llama chimpilititín; allá se llama cancorocó; allí
¡No, no, no, no, no! Es ¡es un genérico! Ge-nérico.
Pero no se tiene esa consciencia de rectificar, aclarar, relucir -¿no?-, sino que se trata de -y lo importante es- complicar; complicar Y luego de que está complicado, y la persona que pregunta se queda confusa, luego
-Bueno, pero ¿por qué lo complicas tanto, si no hay com?
-Ya. Pero no. Pues si yo no quería Yo lo que quería es aclarar que llevaba judiones, ¿no? Pero en otros casos lleva roña. En otros casos no tiene roña. Otros
-Pero ¡pero bueno!, ¡vamos a ver!, ¡vamos a ver!…
Vamos a ver, y no se ve.
¡Vamos a ver!, y no se aclara.
Vamos a ver, y se enturbia.
Vamos a ver, y no se explica; no se dice como ¡como uno cree que es, de verdad! ¡Con todo el margen de error que pueda haber!
Es una actitud, una toma de consciencia que aún no se ha ejercitado cotidianamente. Se ha ejercitado circunstancialmente, en momentos puntuales, pero, en lo genérico -que se parece que sabe, que se parece que conocemos, que se parece que está- no.
Rectificar, aclarar, relucir. Que reluzca lo que es.
Sin duda, nos vamos a encontrar cn que muchas -¡muchas!- de las historias, no seremos capaces de rectificarlas; porque no tendremos elementos, ni criterios, ni
Diariamente se publican -diariamente- miles, me atrevería a decir que millones -me atrevería a decir, ¡para aclarar!- de rectificaciones, de aclaraciones; pero que, evidentemente, no rectifican, ni aclaran, ni relucen, sino que suplantan una historia por otra, y otra por otra, y otra por otra.
Cuando va el honesto, cuando la honestidad se aplica sobre eso, nos encontramos capas, y capas, y capas, y capas, y capas
¡Y todavía hay cientos de miles de versiones de cómo murió Marilyn Monroe! ¡Y seguirá habiendo! Y un día aparecerá una foto -trucada o no- en la que se ve que dice:
-¡Oh!, yes.
-Oyes ¿qué?
-¡Oyes lo que quieres!
Así se empieza, ¿no? Como el investigador no sabía inglés, dice que Marilyn, cuando le preguntaron:Oye, ¿qué te pasa?, dijo: Oyes lo que quieres. Y lo que dijo es: ¡Oh, yes! Y el otro era de de la región sub- oriental del Duero y el Éufrates. Pues, como no sabía inglés, entendió: ¡Oyes!.
-¿Oyes o no oyes?
-¡Soy sordo!
No es la primera vez que encontramos traductores y transcriptores, de idiomas que no sabían. Y no es porque estuvieran iluminados, y de repente se les dio el don de las lenguas, ¡sino porque eran unos caraduras!…
Y ahí permaneció, y ahí se quedó, y ahí sigue la versión A, B, C, D…
-¿Cuántas versiones hay de los Evangelios? -Las que ustedes quieran.
-¿Cuáles conocemos?
-Pues Lucas, Mateo, Marcos, Juan ¡Y ya! -¿Por qué eligieron ésas ¡y las manipularon!? -¡Hombre! Porque porque eso cuadraba bien. -¡Ah!…
Pero hete aquí -hete; E.T.: el del dedo. ET: ¡Mi casa, mi casa!-, hete aquí que Benedicto XVI acaba de publicar otro libro -que habla de la vida de Jesús-, según el cual ¡no había ni mula, ni buey, en el pesebre!
¿Qué te parece? ¿Qué te parece?… Se nota que él pasó por allí, ¿eh?
Entonces, él se ha dedicao a corregir, ahora, los Evangelios -¡que no decimos que los evangelios sean ciertos!-. Pero mula y buey, no había; y la estrella que alumbraba a los a los Magos, era una supernova.
Aquí, el que no corre, vuela -o hace relojes-.
Ya vendrá alguien que lo corrija, ¡por supuesto! Y ¿y con qué nos quedaremos? ¿Con la supernova? ¿Con una estrella fugaz? ¿Con Reyes? ¿Sin Reyes? ¿Con tres, con dos, con uno? ¿Con ninguno?
No había mula, ni había buey, ni había pesebre, ni establo, ¡ni nada!…
¡Joder! Con la cantidad de nacimientos que hemos puesto, de monaguillos: para la parroquia, para ¿Y ahora qué hacemos? ¿¡Ahora qué hacemos!? ¡Con lo bonito que quedaba, con la paja y!
Ni mula, ni buey. ¡Nada!
¿Y por qué nos han dicho durante tantos años, que había la mula, el buey? ¡Había un gentío!: ¡los pastores!…
¡No había pastores! -que se me olvidaba-. ¡No había pastores! Nos dice -la última hora de la Iglesia, desde Roma- ¡que no había pastores!…
¡Joder! Ni pastores, ni ovejas, ni mula, ni buey
Y los Reyes Magos, por los pelos. No sabemos bien. Habrá que leer en profundidad el tercer libro que acaba de publicar Benedicto XVI, a propósito de la mula y el buey.
No es que vaya a cambiar sustancialmente, pero ¿por qué esas rectificaciones, por qué esas variables? Si los pastores
¡Con las canciones que!
Los pastores son, los pastores son,
los primeros que en la Nochebuena
fueron a
¡Oye! ¿Y ahora qué hacemos con los villancicos?
A Belén, pastores,
A Belén, chiquillos
¡Ya no valen!, ¡ya no valen!
que ha nacido el Rey
de los angelillos.
Hacia Belén va una burra, chin-chín
¡Había burros! ¡Había todo tipo de animales!
¡Por favor!…
¡Pues no! ¿Debemos creerlo? ¿Que fue de esa otra forma? ¿O nos quedamos con los pastores?
Y, como eso, pues ¡la ciencia!, ¡la investigación!… La salud de Antonio, el del 5o, que dicen que
Y resulta que Antonio se murió hace ¡un mes! -¡Pues está muy malito!, ¿eh?
-¿Muy malito? ¡Vamos!… Más que malito, ¡es un campo de selva!
¿Cómo será la experiencia de rectificar, aclarar y relucir? ¿Cómo será? Porque, salvo momentos de esplendor -en la hierba-, es difícil, ¿eh? Porque cada uno cuenta su historia a su manera:
A su vera,
siempre a la verita suya,
¡hasta el día en que se muera!
¡Madre de Dios! A su y con su
Más allá de lo sincero -más allá, por supuesto, y muy lejos de la verdad-, ¿será que, si precisamos gracias al lenguaje -¡el amplísimo lenguaje que se tiene, de silencios, de signos, de gestos, de actitudes, de palabras!-; será que, si somos precisos; será que, si rectificamos versiones, hechos, circunstancias, según lo que sentimos…
-Yo veo un árbol.
-¡Yo no lo veo! Pero, ¿de verdad lo ves? ¿Cómo es el árbol?
-Pues el árbol es de tal altura, de tal
-¡Ah!, ¡bueno!…
-El otro quizás no lo ve, porque no está mirando en la misma dirección; está mirando hacia otra- podríamos, los seres humanos, ponernos de acuerdo en una misma versión?
¿Es -ciertamente- el sentido común, el más extraño y raro de los sentidos?
Diariamente se escuchan, en todos los ámbitos y latitudes, la queja, y la queja:
Porque éste me dijo. Porque yo le dije. Porque tu actitud. Porque mi actitud. ¡Ah, no! No es así. ¡Tú has interpretado mal!. No, porque yo, porque te dije, porque. No, vamos a aclarar esto
Vamos a aclararlo, sí. Vamos a aclararlo.
Vamos a rectificar criterios, conceptos que se gestaron en un momento determinado, ¡pero fueron fruto de intereses!
Y, como fueron fruto de intereses, ¡ahí permanecieron!, y se instauraron como lo más aconsejable. ¡Sin que fuera así!…
Pero interesa que sea así; y porque con ellos se obtiene tal o cual beneficio. Obviamente, parcial; no es un
beneficio ¡común!…
¿Podría ser -orantemente, contando con el auxilio de la Creación, de la Providencia- podría ser que se ensayara -por una semana, por ejemplo-, el aclarar, el rectificar, el relucir? ¿Hacer de nuevo luz, a lo que soy, a lo que pienso, a lo que siento?
Tengo que aclarar.
Podría ser un buen acto; una buena opción.
Podría llegar a ser hasta bondadoso.
Podría el ser sentirse más lim-pio.
Imaginarse la soltura de no tener que esconder; no tener que ocultar; no tener que falsear
Es propuesta para una humanidad. No es propuesta para uno o dos o tres, o aquél o el otro. ¡No! Es competencia de ¡todos!
Es así como la oración se hace ¡espacio, sitio y lugar! Y es así como se ha ido haciendo: como un nuevo universo, ¡realmente rectificado de lo anterior!; ¡realmente aclarado!; realmente reluciente.
Y ya que se tiene el privilegio de poder experimentar esa evidencia, ¿por qué no llevarlo a el diario acontecer? ¿Por qué no vivir privilegiadamente, y mostrar que es posible; y, así, expresar nuevas -porque aún no se instalan- posibilidades?
¡Que el hábito sea rectificante, aclarador, reluciente!
Que el brillo de la noche no opacifique el día, ni el día irrumpa en el misterio de la oscuridad.
Fuente: Oración dirigida por el Dr. J.L.Padilla en Tian – Escuela Neijing. el 26.11.2012