No tenía ni idea de que las lágrimas son diferentes también dependiendo de la «intención» de ellas. Lo que sí sabía porque soy de lágrima fácil (ji, ji) es que algunas son más saladas que otras. 

A veces lloramos porque no sabemos cómo decir lo que tenemos que decir… como de impotencia y sin embargo, otras, lloramos de alegría, de placer. Ahora que lo he visto, es normal que ellas, las lágrimas, no sean ni parecidas en cada caso. Para mí siempre ha sido una forma de limpiar, de liberarme así que recuerdo que desde jovencita no me dio vergüenza llorar delante de alguien y después, cuando llegué a la formación en medicina china, aprendí que hay un resonador en el canal de vesícula biliar que se llama «el descenso de las lágrimas»… ¡estos chinos, qué sabios!

No se dejen decir que «no hay que llorar» (sobre todo si son hombres por aquello de que «los hombres no lloran» ¡¿a santo de qué no lloran?! Pobres, y como no deben llorar… pueden ser agresivos… ¡de alguna manera han de sacar lo que lleven dentro!). Sobre todo si convivimos en pareja – a los hombres (supongo que no a todos pero si a muchos ) les pone nerviosos ver a una mujer llorar – es muy fácil escuchar aquello de » pero… ¿por qué lloras ahora?» y esa frase a muchas mujeres nos toca algún resorte en el inconsciente y se puede armar de tó. 

Como ahora ya sabemos que cada uno despliega su mapa mental en sus relaciones, en su vida cotidiana… a lo mejor el que te dice que por qué lloras…tiene lo suyo que remojar. Entonces, con calma, cada uno a lo suyo: ¿yo lloro? bien ¿tu no? también bien. Eso sí, personalmente, las lágrimas me permiten entrar en un estado muy diferente de consciencia, de relajo y de liberación. ¿A santo de qué voy a impedir semejante regalo? 

Y gracias a la perseverancia de la estudiosa de las lágrimas. 

Un placer, viajeros. Gracias

VER LÁGRIMAS CON UN MICROSCOPIO REVELA UN INCREÍBLE HECHO