«Sin ná»: Así hubiera titulado un castizo andaluz su última charla titulada «Sin mente, sin lenguaje, sin tiempo». Y así vamos viendo que según se va adentrando en la charla.
No descubro nada porque ya todos lo conocéis y sin embargo, cada vez que lo oigo… me devuelve a mí.
En esta ocasión, además, explica muy gráficamente cómo funciona la mente y el lenguaje y el tiempo. Pero sobre todo, la mente. Sencillo, sin esfuerzo, contundente.
Me encanta ese concepto – que como muy bien dice no está incluido en ningún libro de psicología – del pestañeo de la mente… que no son más que los pensamientos. Pensamientos que no somos nosotros y que solo podemos modular en su color, en su textura… según cómo los alimentemos: aquel que se pasa escuchando los noticiarios todo el día pues que haga cuenta de qué alimentación le está dando a esa mente que es la que pestañea y te ofrece un pensamiento para que tú te subas a la nube y divagues con ella: y de un pensamiento normal como puede ser que ayer estuve cambiando las plantas a otras macetas más grandes… si me engancho después puedo pensar que las plantas las compró el Finder en un invernadero y de ahí pensar que ahora ese invernadero lo lleva un amigo de mi hermano que por cierto viene hoy a pasar estos días de vacaciones y que …. y así nos iríamos a Madagascar. (Su ejemplo es buenísimo, ya lo oirán y se reirán). La sugerencia ante esa forma «natural» de la mente de lanzarnos pensamientos es «no le des conversación». Me encanta porque es lo que nos decían nuestra madres cuando íbamos a algún sitio solos «no des conversación a nadie» (con lo que me gusta a mí no le hice caso nunca). Y a la mente es de la única manera que la «aburres»: no le des conversación: ella te manda un pensamiento (pensamiento que no somos nosotros)… vale. Visto. Te manda otro… vale, visto. Y así. No será de hoy para mañana porque la mente lleva haciéndolo así mucho tiempo y nosotros estamos aprendiendo recién a aburrirla, a no darle cancha, a no darle bola…
Ahora que lo pienso, en la tradición oriental hay dos resonadores, uno del canal de estómago y otro del canal de intestino grueso que tienen por nombre alkímico: La divina indiferencia terrestre y celeste. Pues eso, intencionamos en esas divinas indiferencias para no seguirle el juego a la mente… y eventualmente… se aburrirá – antes o después. Eso sí, esto tiene una ventaja y un inconveniente y es que en la medida en que lo practicamos … sucede (antes o después pero sucede) y que si no lo practicamos … no sucede (ni antes ni después). Es así. Y hay que saberlo para no hacer castillos en el aire ni cabrearnos con nosotros mismos (ja, ja)
Lo explica tan claro y tan tranquilo: que la mente sirve para muchas funciones pero que hemos delegado vivir y ver la vida en ella y para eso no sirve. La mente no sirve para «vivir» – para disfrutar, para gozar, para compartir – ni para ver la vida.
Y resulta que hemos venido a VI-VIR, «¡na más!». Y sin embargo le hemos dado el mando, es ella quien está al mando de nuestra vida: y todo le parece bien o mal, le gusta o no… en definitiva la mente se especializa casi en las desgracias y en el sufrir… porque ella utiliza la información que tiene y la que tiene casi siempre la grabó por sufrimiento… el placer, lo gustoso… lo pone en otro lugar al que no va casi nunca… así que se le olvida. ¡Anda qué! Y es que el ver la vida con los ojos de la mente te lleva a ver la vida «torcida»… en falta, por defecto.
Me interesa también lo que dice sobre el lenguaje. Las palabras en realidad son la barrera entre mi ser y el objeto, el animal o la persona a la que califico, nombro… Emilio no es ni guapo ni feo ni listo ni … Es él. Y para verle como él hay que practicar (sin esfuerzo que es otra trampa), no es sencillo porque no estamos acostumbrados: vemos el coche pero no el conductor (en sus palabras) y el camino de consciencia pasa por ver y expresar el conductor (y el coche simplemente te seguirá a dónde el conductor le lleve. Ahora es como si le hubiéramos dado las llaves al coche y hubiéramos encendido el piloto automático – así que delegamos en él nuestra función de conductores – sin saber si quiera dónde nos lleva, dejándonos llevar por un coche en el que no confiamos además porque en cualquier momento se pone enfermo, le da esto o lo otro.
Ah, dice algo muy interesante y sencillo de entender – pa siempre – y es lo que sucede por ejemplo, en una pareja, (aunque sucede en todos los ámbitos) : cuando vemos una pareja de 2 «enamorados», allí hay al menos 4 juntos: el chico, la chica, la idealización del chico sobre la chica y la de la chica sobre el chico. Son las «idealizaciones» normalmente las que se enamoran «a primera vista» y en esas idealizaciones hay todo un mundo de creencias de cada uno (ahí metemos los programas heredados, claro)
¿El resumen? VIVE, VIVE y VIVE.
Un placer, viajeros de luz. Qué lo disfruten… y vivan.
Gracias
Muchas gracias de Corazón.
Y un fuerte abrazo.
Gracias infinitas a tí por abrir el camino y hacerlo tan sencillo. Un gran abrazo, Emilio.