Entrada publicada originalmente el 27/12/2017 en www.ellamentonovieneacuento.com
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En lo que a mí se refiere, la ley del espejo fue una clave que marcó un antes y un después en mi manera de ver, de percibir.
Ya hace un montón de años, 14 exactamente, yo vivía en un “pisito” del mismo barrio donde vivo ahora. Ja, ja, era un pisito de 35 metros cuadrados donde en otras épocas se habían criado familias numerosas y yo cada vez que hacía qigong en alguna de las habitaciones – porque tenía 3 – y me chocaba con la pared de enfrente me maravillaba cómo habían podido hacer esas familias para vivir allí y no pegarse.
El caso es que un día habían venido unos amigos a tomar café y estábamos hablando de lo que estaba viviendo otra 3ª. Y en una de esas, dice una de ellos “fíjate, está viviendo lo que te hizo vivir a tí”. Y mi ego personal se hinchó un poco y pensé “hombre, menos mal que se dan cuenta de lo que me hizo”.
Bien, los amigos se fueron y yo me quedé recogiendo las tazas y demás. Lo he dicho más de una vez: personalmente creo que una de las formas más fáciles de meditar, de dejar la mente en blanco de tus propios pensamientos para que puedan emerger los auténticos es fregar. Y mientras estaba en ello, me oigo pensar: “ah, o sea, que si a ella le han puesto lo que le han puesto porque me lo hizo a mí… ¿a quién se lo hice yo para que me pusieran a ella en mi camino?” Y en seguida – la mente está siempre atenta a tus preguntas y te las contesta a poco que tú te dejes – se me vinieron imágenes de escenas donde yo – inconscientemente – me había comportado de la misma manera que después tanto daño me había hecho. Fue una sensación dolorosa por ver tu propio hacer y el dolor que pudiste infringir y a la vez una sensación liberadora de saber que todo lo vivido depende de tu forma de ver, pensar, sentir y hacer.
Y eso es un regalo mágico para siempre porque te quita de un plumazo las ganas de culpar afuera – que sigue saliendo a veces pero cada vez menos tiempo y con menos intensidad – que es una forma rápida y efectiva de perder energía y poner al sistema en un “modo” culpa y víctima que es dañino y venenoso.

Desde entonces, he tenido claro que lo que vivo ahí fuera, lo que “me” pasa… no “me” pasa sino que lo voy creando yo. Que cuanta más inquina o desagrado me produce algo o alguien más habla de mí – por mucho que duela saberlo es mejor, productivo y sanador que estar todo el día con el dedo índice apuntando aquí o allá para culpar a ésto, aquel o aquella.
Ayer me llegó como recomendado en youtube una conferencia de Borja Vilaseca titulada “La ley del Espejo”. Le había escuchado hace nada en una cortita muy apropiada para esta época de Navidad con encuentros esperados, deseados y otros no tanto “Cómo sobrevivir a la Navidad” que me había gustado por el tono cercano y desenfadado con el que exponía las cosas. Así que me puse a ello mientras preparaba la casa por la mañana y desayunaba.
A parte de eso no sabía nada más. Ahora ya sé – porque he oído otras que tiene en su canal – que es especialista en eneagrama por ejemplo, en liderazgo, en desarrollo personal… un jovencito muy “puesto”. Además, es muy gracioso contando ejemplos – que siempre viene muy bien para verte reflejado sin ofensa. Tan gracioso que parece un monologuista que en cualquier momento te va a contar un chiste y así abrir el campo energético del que escucha y recibe. Esta confusión con un humorista se da también más fácil aquí porque con un parecido acento catalán hay varios monologuistas muy conocidos en este país.
Así que, viajeros de luz, esta conferencia que hoy vengo a compartir les abrirá compás sin apenas esfuerzo mental y desde luego se reirán de sus propios reflejos amén de que les dará pistas para seguir en esa labor de toda la vida de auto-exploración interna.
Parte de una premisa básica y fundamental: todos tenemos sombra. Todos, no solo yo o no sólo los otros – depende de dónde te posiciones si de juez o víctima. Y esto es genial saberlo: no es que yo sea menos o peor o los otros sean A, B o C… es que todos tenemos sombra. Así que no se escapa nadie – nadie que quiera vivir y no solo sobre-vivir – de meterse ahí a revisar esa oscuridad para sacarla a la luz de la consciencia y que no se convierta en tu destino como decía Jung.
Y Borja Vilaseca, al hablar de esa sombra, la baja a tierra para que los mentales no nos podamos escabullir y habla de esa sombra como los defectos. Me gusta mucho como define palabras que tienen un montón de connotaciones añadidas para cada uno en virtud de las creencias y vivencias por tanto que haya tenido de chico, para empezar, en la propia familia o en el ámbito educativo de esas edades. Si preguntamos a una gran cantidad de personas que es un defecto, darán infinitas definiciones. Borja Villaseca lo concretiza en positivo diciendo que es “un déficit de una cualidad en potencia”: la ira es serenidad en potencia, el que dice “mío mío” tapa una gran generosidad en potencia… Verlo así ya le quita la pátina de lo “malo”, de lo “mal hecho” y por ello necesitado de castigo, de juicio… Un defecto es “un déficit de una cualidad en potencia”.
Vamos bien porque así darnos cuenta de nuestros “defectos” nos dará una información muy valiosa sobre mi virtud, sobre unas cualidades en potencia que solo he de dejar aflorar. Nos dará una visión luminosa de esa “pretendida” oscuridad. También aclara que un defecto es “algo que me perturba, algo que me limita”. Bingo, con esa segunda acepción de defecto ya le puedo poner luz a otras muchas áreas porque sí sé lo que me perturba – a no ser que esté dormido total y ni sienta ni padezca para no sufrir.
Y en esa perturbación interna que me produce lo que veo, siento o hago se fundamenta el gran regalo de la “ley del espejo”. Porque es en esa perturbación que siento donde me voy a fijar para saber qué estoy emitiendo, qué estoy reflejando de mí y así ir tirando del hilo y ampliar mi propio auto-conocimiento.
Nos recuerda algo básico para entender e integrar esa ley del espejo porque, a veces, cuando hablas con alguien de esta ley te dice “si yo lo entiendo pero en mi caso, ¡yo no soy así!”. Efectivamente, no eres así para afuera porque lo has juzgado como malo en tí mismo y lo ves ahí fuera y te molesta. Y así Borja Vilaseca dice que “Lo que no aceptamos de nosotros mismos es lo que juzgamos ahí afuera”. Que la mayoría de las veces ese juicio no es nuestro, es de mamá, de papá, de la época… de creencias, de información en suma, que adquirimos o bien antes, durante o en los primeros años después de nacer. Luego, en general, solo hemos ido viviendo en base a todas ellas. !Una risa!
La vida te trata como te tratas a tí mismo.
La cita es de Borja Vilaseca y puede ser el principio de ese camino de auto-exploración, de auto revisión.
Por una vez, tus lamentos, tus quejas – si se dan que oye a lo mejor no hay ninguna queja, genial – van a servirte para algo importante: conocerte, ampliar conciencia, poner luz… Les propongo algo pequeñito: elijan un cuaderno especial para quejas y lamentos y un buen boli, rotulador, pluma… y empiecen a escribir aquello que les perturba, sus quejas de personas y vivencias. Sin más, sin ánimo de juicio, de nada. Solo escribirlo, darle cauce.
Y después, hagánse una pregunta cómo esta que él propone:
¿Qué pasa dentro de mí para que afuera me traiga ese reflejo tan doloroso?
Ya con eso tenemos para ratos y ratos, sobre todo al principio.
Para explicar y fundamentar esa ley del espejo, él se basa en una serie de aforismos que les comparto para que los tengan a mano – ya ven que no hay excusa para nada, ja, ja – y así podamos ir a ellos cuando estemos un poco atascados de nuevo en el “mira lo que me hacen” o “mira lo que me ha dicho” o… Con los ejemplos – con gracia y mucho humor – que él aporta lo irán viendo claro y diáfano.
- Como es afuera es adentro
- No vemos a los demás como son, los vemos cómo somos
- Lo que sucede es lo que es. Lo que hacemos con ello es lo que somos
- La realidad es el espejo donde vemos nuestro reflejo.
- La realidad es la pantalla donde nos proyectamos
Y para culminar esta entrada, les comparto la transcripción de los últimos minutillos donde contesta a la pregunta de “¿Qué puedo hacer para estar en paz con los demás?
Lo resume en varias renuncias que el ego, el nuestro y particular, tiene que hacer – voluntariamente, por toma de conciencia produciendo así, naturalmente, una serie de cualidades.
- Renunciar a victimizarte, a huir: la responsabilidad.
- Renuncio a ser esclavo de mis pensamientos dejando de herirme a mí mismo. La proactividad
- Renuncia a juzgarlo por sus errores. La Compasión: Entiendo que lo hace lo mejor que sabe
- Renuncio a culparle de mi sufrimiento y así me libero del rencor. El perdón.
- Renuncio a esperar algo del otro. El desapego.
- Renuncio a ofenderle compartiendo solo lo que el otro pueda asumir y aceptar. La asertividad.
- Renuncio a intentar cambiarlo cambiando eso sí mi manera de mirarlo. La aceptación.
- Compartirnos solamente con aquellas personas que sean capaces de aceptarnos incondicionalmente. Hay que crear esos “jardines secretos”con personas de mucha confianza.
Y eso no quiere decir que nos aislemos, no. Quiere decir que estemos atentos a la vibración en la que entramos en determinados lugares o con determinadas personas. Por cariño hacia uno.
Ja, ja, se me olvidaba: casi al final habla del maestro espiritual. Estén atentos que no se les pase. No les quiero desvelar nada.
Un placer, viajeros de luz. Seguro que estos días de Navidad, de encuentros o des-encuentros, de soledad o bullicio… han tenido infinidad de oportunidades para ver su reflejo. Con humor el ego no tiene donde agarrarse. Esta conferencia les ayudará a poner ese humor a lo “suyo”, ja, ja.
Gracias, gracias, gracias.