No sé si habrán oído este dicho: “Cada día tiene su afán”. Y así está siendo para mí – y seguro que para casi todos. Y en ese afán, en este caso, me refiero a que cada día, mi mente me trae a colación un “detallito” a revisar: que si miedo a la carencia, que si miedo al futuro, que si miedo a las consecuencias. Hoy me levanté tranquila, agradecida y ya dije la frase del millón: “uy, qué bien lo estoy llevando”.
Y mira que lo sé, ja, ja. En cuanto uno dice esa frase u otra que denote que qué bien lo lleva, qué bueno soy… en un plis se mete por una grieta otro pensamiento que desestabiliza ese qué bien lo llevo, lo buena que soy o lo que sea. Hoy fue rabia. Entré en varios artículos a leer y me fui encendiendo. Y empecé a sentir una rabia contra el sistema de poder, contra…
Y como decía el otro día… ahí empieza la fiesta real porque si me permito sentir esa rabia de verdad, ¿a dónde me llevó? Al miedo de nuevo.
La vida nos dota de recursos, a cada uno con los que resuena, para utilizarlos y no solo para aprenderlos. Como mental que soy – menos que antes – me encanta indagar en ese pensamiento, en mi diálogo interno. Sin embargo, en mi caso uno de los recursos que más me re-ordenan internamente, sobre todo cuando la cabecita no deja de dar vueltas, es la energética de la tradición oriental a través de la acupuntura, el masaje, el qigong (bendito sea).
Hoy les traigo una propuesta muy sencilla de auto-aplicar que viene a completar la entrada anterior que titulamos “LA PALABRA CREA”.
En la primera entrada de este tiempo de crisálida ya les comenté que los resonadores – los puntos de acupuntura – tienen su nombre, su cualidad, su función. Utilizar los nombres de los resonadores es una forma alkímica de decretar una intención a través de ese nombre.
Ya hace tiempo, cuando comencé con la bio y me encontraba con personas que decían: “si, si, lo comprendo pero ahora cómo hago para…” y al preguntarme cómo podía favorecer la comprensión y liberación de programas y patrones que íbamos descubriendo en nosotros, un día en meditación escuché en mí este módulo sencillo, super sencillo, y a la vez super potente.
Son 3 resonadores, todos en las piernas, en la cara interna: 2 que pertenecen al canal de Riñón – nuestra fuente de vitalidad y el que lo filtra todo – y uno al canal de Bazo, el que se encarga de la transformación y el transporte de la esencia a los órganos. Los 3 con cualidades yin, refrescantes, nutritivos…
En el vídeo verán dónde están localizados y en la imagen que adjunto también. Hoy el vídeo es cortito: 4 minutos. Ole!
Los nombres de estos resonadores son:
7R: RENOVAR LO RETENIDO
8R: CONFIANZA MUTUA
6B: RECIBIR EL DECRETO HEREDADO DEL CIELO.
Si decíamos en la entrada anterior que LA PALABRA CREA, llamar a esos 3 resonadores por su nombre alkímico, favorecerá que la función de cada uno se pueda dar y favorezca una disposición más clara y auténtica.
Renovar lo Retenido hará por nosotros en lo más profundo un detox de creencias, de emociones que están reteniendo el flujo de nuestra luz y que impiden nuestra claridad y en definitiva nuestro crecer.
Una vez que Renovar lo Retenido ha hecho su función, y de forma natural, sin esfuerzo, porque el flujo de nuestra luz ya está restituido… brota, surge LA CONFIANZA MUTUA. La confianza en mí, la confianza en el otro y la confianza en la Vida. Ale, de una vez. Confianza que es consustancial al YO SOY de cada uno y que el «yo soy chiquito» se ha ido encargando de velar, de ocultar pero ahí está, en lo más profundo, esperando a brotar porque esa es su función.
Y cuando ya hemos RENOVADO LO RETENIDO y permitido que brote nuestra natural CONFIANZA MUTUA llega el tercer resonador a completar este triángulo mágico: RECIBIR EL DECRETO HEREDADO DEL CIELO.
¿Se imaginan? Cuando ya he renovado lo retenido y ya siento la confianza natural que nos fundamenta… estamos en disposición – no antes, al menos una servidora – de recibir, de abrirnos a recibir lo que por naturaleza propia nos pertenece y habíamos olvidado en un rincón oscuro: el decreto heredado del Cielo. Recibir es uno de los movimientos que puede costar pues necesita de una disposición amplia, clara, en confianza. Cuando no se da esa disposición, recibir lo que viene se hace difícil o más difícil al menos. Este resonador nos ayuda en esa disposición, me abro a recibir, sin obstáculos propios y en confianza.
La forma de hacerlo es como habitual: busco el resonador, coloco el pulgar o el dedo que me sea más cómodo sobre el y le llamo por su nombre. Respiro ahí un momentito, sintiendo la llegada – cada uno a su ritmo, yo lo he hecho muchas veces y ya tengo más práctica. Y en sincronía con mi respiración, al inspirar no hago nada, sigo con el dedo apoyado en el resonador y al exhalar: pulso, despacito, sin prisa. Como si estuviera bombeando ahí y en mi mente el nombre del resonador. No hay que pensar nada más, él sabe cuál es su función y la realizará. Solo nos corresponde enfocarnos en la respiración y en el presente. Nada más. Lo de más se da de forma natural.
En cada resonador estaremos el tiempo que nuestra mente permanezca enfocada en el nombre y en la respiración. Cuando veamos que la mente se ha ido a uvas… vamos al siguiente.
Y claro, no es cuestión de una vez solo aunque cuando lo hagan sentirán como el interior se va adecuando de otra forma. Insistan, no tiene efectos negativos, lo podemos repetir cuando queramos. En este tiempo, yo sugeriría al menos una vez al día. Y después me cuentan.
Gracias, viajeros de luz, por la oportunidad de compartir lo que a mí me aporta, me da alas, favorece mi apertura mental y emocional… Fundamental en esta crisálida y para el resto de nuestro caminar.
Ojalá les aporte. Si es así, ayúdenme a compartir allá donde lo crean conveniente.
Gracias, gracias, gracias.
Cruz Barbero
GRACIAS !!! ♥♥♥♥
A vos!!! un gran abrazo