Ese seguramente puede ser un buen termómetro propio: cómo de difícil me es mantener la calma.
Recuerdo que hace no tanto, al volver de un seminario de qigong que veníamos como en una nube…durante la semana solía ir a ver a padres. Oye, era llegar y en 5, 10, 15 minutos… ya había saltado a lo que yo veía entonces como una provocación de madre, por ejemplo. ¡Se me bajaba el ánimo a los pies y más allá! porque desanimaba la visión de tu «pretendida» calma irse al garete con una simple frase como «¿otra vez igual?» u otra parecida.
Y aunque es verdad que lo que me encuentro ahí fuera lo genero desde mi interior… también es verdad que efectivamente esa rabia o esa pérdida de calma requiere de una alimentación verbal y gestual que se busca inconscientemente. ¡Y casi siempre se encuentra!
Me ha encantado el cuento y su explicación: si alguien nos trae un regalo y no lo aceptamos… el que lo trae se lo tiene que llevar o tirarlo o … lo que le dé la gana pero para mí no lo quiero ni lo cojo.
Cuando de regalos emocionales hablamos, funciona igual. ¡Genial! Solo hemos de «rechazar» ese regalo, decir «no» aunque sea por dentro solamente. Ese regalo no es para mí. Y lo que nos traían… se lo tienen que llevar. Que estoy segura que no hace mucha gracia que tu lleves «rabia» para regalar y te la tengas que llevar de vuelta… con más rabia todavía por no haber sido aceptado. ¡Uau!
Eso sí, no olvidemos el principio de oro: si nos encontramos a personas rabiosas… y nos molesta… miremos nuestro corazón a ver qué está emitiendo.
Gracias. Qué disfruten de las prácticas.
¡Qué difícil es mantener la calma!
No es extraño encontrarnos en la calle, en nuestro trabajo o en nuestro círculo de familiares o amigos con personas enfadadas que descargan su rabia en nosotros o en personas cercanas mediante quejas e insultos.
¿Qué buscan las personas rabiosas?
Lo que buscan estas personas (conscientemente o inconscientemente) es una reacción de los demás para así multiplicar su rabia. Desean que participamos en su mal rollo y muchas veces lo logran ya que el enfado es un sentimiento muy contagioso.
Pero tenemos otra opción … la de no reaccionar, observar la rabia desde la distancia y mantener la calma. No solamente evitamos así entrar nosotros en un estado de mal rollo, sino ayudamos a la persona rabiosa a calmarse.
El regalo
Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierta tarde, un guerrero, conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allá. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante. EI joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Conociendo la reputación del samurai, fue en su busca para derrotarlo y aumentar su fama. Todos los estudiantes del samurai se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo acepto el desafío.
Juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad donde el joven comenzó a insultar al anciano maestro. Arrojo algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le grito todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus antepasados. Durante horas hizo todo lo posible para provocarle, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiro.
Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:
– ¿Como pudiste, maestro, soportar tanta indignidad?
– ¿Por que no usaste tu espada aun sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?
El maestro les pregunto:
– Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quien pertenece el obsequio?
– A quien intentó entregarlo respondió uno de los alumnos.
– Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos – dijo el maestro.
– Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo.
Fuente: http://sloyu.com/blog/blog/2012/02/21/mantener-la-calma/